El RESPLANDOR, (de un original de 2003)

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http://www.filmaffinity.com/es/film598422.html
Sobre el resultado de la adaptación, Stephen King  no ocultó sus discrepancias en relación al film. Una  muestra de sus declaraciones se encuentra reproducida en el apartado sobre  “Kubrick y sus colaboradores«.  Dianes Johnson, la coguionista, se limitó  a afirmar que, «los cambios que hicimos no fueron muy importantes. Quizá excepto en el montaje, donde Kubrick cortó algunas escenas del principio que habíamos decidido conservar, escenas de la vida doméstica, con la familia descubriendo el  hotel… o también los insectos, las abejas y pequeños trucos como esos, para asustar, fueron sacrificados».

Aquello que interesaba a Kubrick era asustar a la gente actuando simplemente sobre el  espíritu, sobre las emociones que despierta el grupo familiar. Una vez más por lo tanto, la operación del cineasta consistía en trasladar una serie de elementos ajenos a un discurso propio, que volvía a traspasar la mera brillantez  formal para penetrar en un diabólico juego de anticipaciones dramáticas, referencias mitológicas o autocitas a un universo cada vez más autosuficiente, de acuerdo con la secuencia temporal y espacial que plantea. El Resplandor propone, ante todo, un juego de anillos concéntricos donde, en una estructura similar a la de Lolita, cada uno de ellos anticipa elementos de los siguientes. Unos rótulos dividen el film en diversos segmentos que, si inicialmente son meramente coyunturales «La entrevista» y  «Día de cierre«, posteriormente entran en una dinámica cronológica con un ritmo progresivo: empiezan con  «un mes más tarde«, siguen con «martes«, «jueves«, «sábado«, «lunes» y  «miércoles«, y finalizan con «8 de  la mañana» y  «4 de la tarde«.
Las primeras imágenes de la película están rodadas desde un helicóptero que sigue el trayecto del coche en el que viajan los protagonistas. Esa misma sensación de situaciones regidas desde una óptica superior se transmite a escenas como la que muestra a Jack mirando a Wendy y a Danny caminando por el  interior de la maqueta del laberinto, aquélla en la que el pequeño Danny juega con coches en miniatura entre los dibujos de una inmensa moqueta, o la escena del final en el laberinto. (Un elemento incorporado por  Kubrick para sustituir el seto original de la novela de Stephen King, en el que una serie de animales tallados adquirían vida). Vuelve a jugar un papel fundamental, desde el punto de vista dramático y mitológico, en la anulación de cualquier lógica del tiempo o del espacio.
En cualquier caso, bajo la perspectiva del autor, Kubrick mostró en esta ocasión algunas contradicciones derivadas de la dificultad de «dignificar los estereotipos de un género mayoritariamente surtido de subproductos», según sus palabras.
En ese sentido, frente al angustioso abismo psíquico provocado por la resolución estética del momento en que Wendy descubre que todo lo que su marido ha escrito no es más que la reiterada repetición de una frase, El resplandor propone otras escenas, como la imperial aparición de cortinas de sangre surgiendo de las puertas de los ascensores, o la transformación de una joven desnuda en una vieja cubierta de repulsivas llagas.
Tal como muestra un documentado informe publicado en la revista británica Monthy Film Bulletin,  El Resplandor fue amputado de su escena final, de unos dos minutos de duración,  pocas semanas después de su estreno americano. Según Shelley Duwall, esa decisión del cineasta fue errónea «porque explicaba algunas cosas que quedan  así oscuras para el público”, como la importancia de la pelota amarilla y el papel que el director del hotel tiene con su hijo. Dicho responsable le visitaba en el hospital y se excusaba por lo que había sucedido, proponiéndole que fuera a vivir a su casa. Ella no respondía ni que si, ni que no. Entonces él iba al vestíbulo del hospital y pasaba delante de Danny, que estaba en el suelo con unos juguetes. Al llegar cerca de la salida se detenía y decía: «Lo olvidaba, tengo una cosa para ti…» Y sacaba del bolsillo la pelota amarilla que las gemelas habían lanzado a Danny anteriormente en el propio hotel. La pelota botaba dos veces “rodamos toda una jornada para que el bote fuera correcto”, recalca la actriz. Danny la atrapaba, la miraba, y después, el asombrado director se daba cuenta de que durante todos los luctuosos sucesos, Danny se hallaba al corriente de todo el misterio del claustrofóbico hotel. Había una vertiente hithchcockiana en esta resolución y es sabido que Kubrick era fiel seguidor del director inglés.
Posteriormente, según describe minuciosamente el citado informe, las malas críticas recibidas y unos resultados de recaudación poco convincentes motivaron que Kubrick practicara otros diecisiete cortes correspondientes a unos veinticinco minutos de proyección. Kubrick se mostró especialmente dubitativo respecto al montaje definitivo del film.
 Y a pesar de todo…el magnetismo del film hace que la veamos una y otra vez…una y otra vez…una y otra vez…una y otra vez…una y otra vez…una y otra vez…una y otra vez…una y otra vez…

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