Apoesía son miradas perdidas en la cola del paro, precariedad y esperanzas truncadas. Lidiar con la ansiedad que te atenaza, los miedos y traumas. Aferrarse en las tinieblas a los rutilantes destellos de unos ojos de gata provocando la anoxia de todos esos fantasmas en un mar de lechosa lava. Es un profundo ejercicio de autoconocimiento, pero también un baño en las aguas ácidas del humor. Reírse de todo, más cuanto más trágico; pero por encima de todas las cosas, de uno mismo. Apoesía no es más que una liza entre desengaños y quimeras. Un modo, tan válido como cualquier otro a fin de cuentas, de sobreponerse a esta deriva que es la vida.
– AUTOR –
– GUSTARÁ
A los amantes del verso libre y de la poesía contemporánea desinhibida y desprejuiciada que llama a cada cosa por su nombre. Será del interés de todos aquellos lectores que se ven rodeados de impertinencias, mecanismos de ingeniería social y trucos de trilero institucional y que les agrada saber que sus inquietudes también rondan por la cabeza de otros semejantes. Apoesía es la lectura ideal para momentos de lectura ligera, recreo de bocata, siesta de primavera, cambio de aires y cata de entremeses entre obras más extensas.
– NO GUSTARÁ
Los puristas de la forma, la estructura y la métrica no encontrarán aquí su formato matemático más preciado. Tampoco esta obra será de los que prefieren que las palabras sugieran y propongan y no tanto que vayan de frente y sin pelos en la lengua. Apoesía está tan pegada a la actualidad (aunque hable de temas universales) que será difícil que contente a aquellos que prefieren difuminar el contexto en las obras en verso.
– LA FRASE
EL PODENCO
La labor
de un escritor,
de raza,
consiste en buena medida
en proferir ladridos,
ante la abulia de extraños.
Como un perro,
solitario,
haciendo guardia
en el cortijo.
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar Apoesía: Escenas cotidianas, de Mario Siles. El autor de Aguijonazos vuelve al ruedo para exponer su crítica observadora del medio contemporáneo en el que, por suerte o por desgracia, le ha tocado vivir. Todo un mundo ceñido a un ejemplar de tapa dura (poco habitual) publicado en Amazon. Este fenómeno de la multilocación de la empresa de venta online más importante del mundo ha llevado a una gran transformación del comercio mundial. Sin extendernos, ya que no es ni el foro ni el momento de hacerlo, sí podemos comentar que entre ventajas e inconvenientes de este nuevo mercado global y a raíz del tono de la presente obra, podemos destacar lo siguiente: Amazon ha permitido la accesibilidad de creadores particulares y anónimos, escritores en este caso, para poder compartir su trabajo con el mundo entero. Antes de esta globalización cultural (con su consecuente lado oscuro incluido) los canales para llegar al público eran más dificultosos y tenían que pasar a la fuerza por la criba de editores, redactores jefe, directores de medios o responsables de contenido de radio o televisión. En cambio, a día de hoy, cualquiera puede exponer sus inquietudes mediante la venta online en múltiples plataformas, blogs, webs, redes sociales, canales en directo… Los inconvenientes los dejaremos para otro día. La ventaja principal radica en que se elimina al censor, cribador o interlocutor entre el mensaje y el receptor del mismo. El mensaje es más libre que nunca, lo que podría llevar al debate de la calidad del contenido publicado y de la responsabilidad de su autor para con la sociedad en el que lo introduce… Pero eso ya es otra historia.
¿Pero qué tenemos en estas escenas cotidianas de Mario Siles? Algunas de las palabras que podemos verter sobre ellas debería confirmarlas el propio autor ya que nosotros solamente podemos aventurarnos a entablar ciertos panoramas (a veces desoladores) sobre sus mortificantes y raudos apuntes. La pesadumbre y el nihilismo vital de la pandemia han afectado por igual, salvando las distancias, a príncipes y a mendigos. Pocos momentos en la pseudo tranquilidad de la sociedad de confort occidental post Segunda Guerra Mundial hemos tenido más tensos como el confinamiento por el odioso bicho que vino de lejos, de forma natural o forzada, para aguarnos nuestra rutinaria vida de hormiguitas trabajadoras. Dentro de la desigualdad inherente a toda sociedad es la muerte la que equilibra las fuerzas. Y con la muerte presente se puede incluso mentar a la madre del diablo como aquí hace el autor. Mario Siles deja la piedad para cuando vea a su ajusticiado haciéndose de vientre en el cadalso. A lo mejor, solo en ese momento, el autor tendría piedad y suspendería la condena. En Apoesía hay escenas cotidianas con una mirada socarrona, punzante, crítica y desvergonzada. Con todo y con todos se atreve el autor. Al olor de la pieza herida, Mario Siles se abalanza para dar el golpe de gracia. Su punto de vista vital recorre algunas de las áreas contemporáneas más pujantes del momento.
Dentro de estas escenas cotidianas de burla, vodevil y esperpentos varios el autor hace hincapié en todo aquello que intenta sacar pecho para asaetear con su soflama al espectador circundante, pero que en el fondo lo único que procura es taparse las impotentes vergüenzas de su insignificante grano en un desierto o lamerse las heridas de la ausencia de público. Así somos testigos de capones y collejas a tronistas, tindefílicos, misterwonderfuls de sainetes sanvalentines, coachers de coachings vendehumos, senseis que hablan ex cátedra desde sus púlpitos, youtubers en fiscal desbandada, crossfiteros extra motivados de protocolos estrictos y maneras sectarias… Mario Siles traslada al papel la barahúnda que bulle a su alrededor y que le merece afilar el bisturí. A lo largo de poco más de un centenar de páginas también pone su punto rojo de francotirador en el orden social establecido: el trabajador o artista incomprendido bajo el yugo del presentismo laboral precario de extenuantes jornadas, el impacto de la era digital deshumanizante en el comportamiento de consumidores y usuarios, el político que llena sus faltriqueras al tiempo que vacía las del bien común o las grandes corporaciones que engordan dividendos y empobrecen al currito. También se escapan pequeños retazos personales e intransferibles que el autor desliza entre tanta tinta corrosiva, incluido un recuerdo muy especial para las franquicias de las librerías de segunda mano: Re-read, Tikbooks, libros&co…
Apoesía: escenas cotidianas, tras una impecable puesta en escena de tapas duras y acompañada con ilustraciones del propio autor, encierra en su fondo un poso furioso, sísmico, cascarrabias e irónico. Esto hace que el lector ponga en común su visceralidad con la del propio autor. Mediante la escritura se puede uno enfrentar y ordenar sus fantasmas y demonios. Estructurar y fijar sobre el papel una serie de apabullantes y recurrentes pensamientos sirve para conocer el alcance del desequilibrio mental en el que se encuentra todo ser sintiente. Enfrentarse al buen puñado de asuntos que nos incomodan y, por descarte, unirnos en comunión con aquellos pocos temas que de verdad merecen la pena. Pensar en la muerte realza la vida, enfrentarse al infortunio espolea la supervivencia en un mundo de malos poderosos ante una resistencia desconectada con los pantalones bajados.
En resumen: tenemos un poemario contemporáneo, libre de formas y corsés, accesible a todas las sensibilidades, pero no apto para el omnipresente sector de los ofendidos, victimistas y absortos en la marea de medios y mensajes patrocinados por plumas interesadas. De lenguaje sencillo con metáforas de diferentes niveles de caza, variada temática (a veces contrapuesta, a veces autoculpable) y sin amo, patria ni bandera. Mario Siles apuesta todas las fichas a cada poema, con riesgo de bancarrota, con riesgo de hacer saltar la banca, con riesgo de romper con la alienación kafkiana.
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