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PERRO LADRANDO A SU AMO

PERRO LADRANDO A SU AMO

– GUSTARÁ:
A aquellos que indagan en lecturas que retuercen el punto de vista del lector, que no hacen enemigos ni se casan con lugares comunes ni correcciones políticas. A este libro se viene llorado de casa y con muda limpia de repuesto por si hay que leérselo del tirón sin regresar durante varios días a tierra firme. Gustará a los escépticos que observan desde la atalaya el paso de la marabunta borreguil unidireccional a sus pies y se preguntan si hay alternativa al pensamiento único. Y, por supuesto, a los que cotillean qué extrañas historias acontecen detrás de los muros de los vecinos pero que no se atreven a ir de frente y relacionarse con ellos.

– NO GUSTARÁ:
A los amantes de la ficción y la fantasía más ortodoxa. Tampoco será el campo de juegos de aquellos que prefieren narraciones más amables, encorsetadas y ceñidas a circunstancias lúdicas y de entretenimiento. Aquellos lectores de piezas fáciles y evasivas no encontrarán aquí su lectura. No gustará a los pintores de paletas de colores simples y primarios. Tampoco encandilará a todos aquellos que no se permiten transitar por terrenos movedizos de valores y sentimientos sino que prefieren atarse a la seguridad de un buen hormigón bajo sus pies para no tener opción alguna a desestabilizarse con acciones u opiniones contrapuestas.

– LA FRASE:
“Desde allí observa el pasar de los coches tránsfugas y a algunos niños correteando huyendo de la lluvia por el parquecillo espectral, salpicado por árboles que ya se han desvestido totalmente. El barrio se extiende aposentado en edificios disímiles que muestran sus pequeñas ventanas rectangulares, tras las cuales se aplastan sus vidas anónimas de los residentes. También puedes distinguir la Avenida principal que, escoltada por farolas y edificios, culebrea hacia el centro de la ciudad en destellos bicolores. Hay algo mágico en la imagen, como si él no perteneciera a ese escenario vivo que se representa como una obra de teatro inacabada”.

– RESEÑA:
Hoy traemos a primera fila Perro ladrando a su amo de Javier Sachez. Bajo este metafórico título tenemos a la merecidísima novela ganadora del VII Premio de novela corta Fundación MonteLeón. Mucho se puede comentar de la presente novela, de la justificación de su premio y del porqué nosotros le aplicamos el sello #ForolibroRecomienda. Lo primero que tenemos que comentar es que si se considera novela corta a una de una extensión menor a doscientas páginas, y esta lo es, el autor, a nuestro juicio ha encontrado, pretendidamente o no, la duración y el tono perfecto para que todos sus personajes entren, nos importunen, nos incomoden y se vayan, dejándonos mirando por la ventana con una taza de té humeante que aún no hemos podido degustar con tranquilidad so pena de quemarnos y perder ya el gusto para el resto de la sesión. Si la entrada en este libro es sin ducha previa antes de la inmersión en aguas heladas, la salida es la de la llamada de emergencia que deja los platos con la comida en la mesa. Perro ladrando a su amo, camina intrincándose con la forma y el fondo en un virtuoso puzle narrativo, sencillo, claro, natural y eficaz, pero al mismo tiempo, rudo, desaliñado y zarrapastroso.

Fue a partir de mediados del siglo XIX cuando un conjunto de autores realizó un cambió significativo en los cánones de las letras, alejándose de las formas románticas para abrazar el Realismo literario. Precisamente es en 1856 cuando la revista Realismo invoca estos nuevos principios “El realismo pretende la reproducción exacta, completa, sincera, del ambiente social y de la época en que vivimos…“. Esta reproducción debe ser lo más sencilla posible para que todos puedan comprenderla y asimilarla. Tras la revolución burguesa de 1848, comenzó en Francia una carrera para mostrar con cristalina plasmación todo aquello que ocurría en la calle sin pasarlo por el tamiz de la ficción y la fantasía. Baudelaire, 1851: “Estudiad todas las úlceras como el médico que está de servicio en un hospital“. Flaubert consultó tratados médicos para describir la muerte por envenenamiento de Madame Bovary, y, en general, los novelistas se documentaban rigurosamente sobre el terreno tomando minuciosos apuntes sobre el ambiente, las gentes y su indumentaria. Autores consagrados como Honoré Balzac, Sthendal, Gustave Flaubert, William M. Thackeray, Charles Dickens, Gustav Freytag o Wilhelm Raabe son paradigmáticos de esta época. En España donde siempre no ha llegado todo un poco más tarde, la irrupción sería a partir de 1868 con la revolución burguesa de “La Gloriosa”, y duraría poco, hasta comienzos del siglo XX. Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas “Clarín” o Emilia Pardo Bazán, fueron claros ejemplos de la crónica patria que puso luz y taquígrafos a las vicisitudes de las gentes de nuestro país. Posteriormente, en relación a la literatura española y, como siempre que ocurre una guerra y una dura postguerra, nacen a su abrigo obras y autores que tratan de relatar fielmente el estado de las cosas del pueblo llano y trabajador. Carmen Laforet con Nada, Camilo José Cela con La colmena, Miguel Delibes con El camino, Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama, etc. Todas ellas describen a la perfección un tiempo concreto de un país que intenta reconstruirse de las cenizas físicas y la crisis moral. Otro ejemplo interesante podría ser el libro de José Ángel Mañas, Historias del Kronen, publicado en 1994 y finalista del premio Nadal.

Perro ladrando a su amo, de Javier Sachez tiene pinceladas y texturas de todo lo anterior. Es una novela que pisa y escucha a la calle, asume los aromas de sus plazas y jardines enarbolando la bandera del sopapo de la realidad como eje central de su trama. La novela realista en ocasiones pierde identificación y empatía con el lector al perderse en infinitos detalles para otorgarle la pomposidad de una fotografía en alta definición, mas si cabe en unos tiempos donde la velocidad es el nuevo dios del Olimpo, no quedando espacio para entrar en muchos detalles. Como decíamos al principio, la novela de Javier Sachez pasa por el microscopio su personal experimento científico dejando que sus personajes entren en conflicto consigo mismos y con la sociedad que les ha tocado vivir. Si bien el realismo pone los cimientos de aquello que debe ser contado al margen de la ficción más fantástica nosotros no estamos de acuerdo en que esto sirva mejor a la causa de la concienciación que da valor a lo que se cuenta como cronista de un lugar específico del presente al que el autor se ciñe. Diariamente somos asaeteados por telediarios y periódicos que llevan a su portada el enésimo caso de violencia dentro de la pareja, de injusticias con los más desfavorecidos, del abismo de los desahucios, de los ajustes de cuentas entre bandas violentas o de niños violados por sus profesores. El público tiende a banalizar todo esto, por repetitivo y por falta de afección. Es, sin embargo, mediante la ficción, por muy realista que sea, donde se graba la impronta de todos estos sucesos. Un periódico no puede superar lo que sucede en la mente de un lector/espectador cuando estos temas son tratados sin ambages. Y esto es precisamente lo que nos ofrece Javier Sachez, su personal debate sobre el estado de la nación, su canto a los sucesos de barrio de la gente corriente, no moraliza su discurso ni trata de tamizarlo, ni de censurarlo ni de adoctrinarlo. Simplemente expone las cartas y pone a rodar la ruleta de la fortuna, que, en ocasiones, caerá en la quiebra y, en otras, en el premio gordo. Cuestión de suerte, de condicionamiento, de educación, de elección, de los embates de la vida… Esto será lo que tenga que enjuiciar el lector. Perro ladrando a su amo solamente abre el telón, los personajes hablarán mediante la sensibilidad de cada lector, descubriéndose muchos de ellos con la diatriba a punto de salirles por la boca al no poder definirse claramente por un bando. En esta novela los grises abundan y eso incomoda y atrae al mismo tiempo. Cuando los buenos y los malos se difuminan el lector se queda sin referencias. El asidero se despega de sus anclajes desconociéndose qué tipo de aterrizaje se producirá.

Perro ladrando a su amo es un cuento contemporáneo que se ejecuta al abrigo de la crisis económica (y de valores) vivida en nuestro país en los últimos años. Por ello toca temas interrelacionados con este fenómeno social que se ha instalado en la mente colectiva de nuestra sociedad. Somos testigos de un argumentario sobre la violencia en la familia, el tráfico y consumo de drogas, los desahucios, el poder de la banca y, por extensión, de los organismos públicos, la inmigración, la presencia de la radicalidad en las calles encarnadas en facciones ultras y xenófobas, el aislamiento y la soledad del individuo, la desafección en las relaciones familiares, la quiebra de la autoconfianza personal y social, etc. El autor desgrana a la perfección lo que ocurre en un barrio anodino con sus anónimos personajes que son la metáfora del tiempo que nos ha tocado vivir.

Cuando a los niños pequeños se les narran los cuentos clásicos al abrigo de sus aún seguras moradas protegidas por sus progenitores no es necesario acompañarlos con moralejas o discursos complementarios a la propia lectura. El niño cuando lee El Rey Midas entiende rápidamente es qué consiste la avaricia y su potencial peligro, cuando lee Caperucita roja aprende inmediatamente el peligro de parar a hablar con extraños, o cuando lee El patito feo es consciente de la importancia de la integración, la superación y la igualdad entre todas las personas. La realidad se entiende mucho mejor mediante la ficción que con explícitos anuncios de la DGT intentando paliar los accidentes de tráfico. En el gen del relato de ficción se encuentra la impronta que educa en valores y civismo, lo demás es adoctrinamiento. Javier Sachez toma distancia con sus personajes. Ellos toman vida, fluctúan, luchan, huyen y sobreviven en un confinamiento moral y ético que les define y les hace ejercer con dignidad su papel de hipocresía aciaga que les acompaña en unas ocasiones y de una soberbia autosuficiencia en otras. Se juntan la pronoia y la paranoia en un caldo primigenio de difícil solución. ¿Nace o se hace la maldad en el individuo?, ¿hay posibilidad para la redención y la expiación?

Javier Sachez impacta con su texto desde la claridad de ideas y la postulación más nihilista del género humano. No deja opción para el desfallecimiento. Si pestañeas es que te lo has perdido. Todo el desarrollo narrativo de esta novela engrana perfectamente. Es ágil, certera en las voces y comportamientos de sus personajes. Incorpora diálogos de calidad de adolescentes y jóvenes en contraposición con otras obras en los que aparecen como sujetos desvalidos, idiotizados y febles. Aquí la voz es fuerte, ruidosa y arriesgada. Libro de prosa sencilla, abierto a todos los públicos, pero muy duro en sus consecuencias y desenlace. Es muy notable el conjunto artesanal que ha armado el escritor mediante la sinceridad de sus palabras.

La moraleja del libro se la dejaremos a cada lector, pues sin duda estará abierta a multitud de interpretaciones. Aunque si tienen duda en cómo enfocarla pueden observar la fotografía de portada de la novela. Ahí puede que tengan una gran pista. ¿Acaso vivimos en una sociedad que nos ha puesto una barrera infranqueable para que podamos comunicarnos o nos la hemos puesto nosotros mismos? Todos queremos contar a quienes nos rodean cuál es la visión de nuestro mundo, pero, ¿qué ocurre cuando nadie nos quiere escuchar?, ¿tenemos válvula de seguridad como las ollas a presión o no? Chapó, Javier Sachez.


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