–GUSTARÁ:
A aquellos lectores que desde la posición de la madurez aún conservan una mecánica de transmisión con aquel niño que una vez fueron y que aún ríe por las esquinas de sus recuerdos. A los amantes de los cuentos, las moralejas y las metáforas de los valores de la amistad, el compañerismo, el esfuerzo y la superación.
– NO GUSTARÁ:
A los que busquen en esta novela trazas más adultas y argumentos complejos. A los que han perdido el punto de vista del niño que fueron algún día, tampoco interesará.
– LA FRASE:
“Los niños se miraron y sonrieron. Juntos jugaron por largo rato sin percatarse ninguno de lo tarde que se estaba haciendo. Se sentían felices de poder disfrutar de esas últimas horas juntos, ya que al al día siguiente se separarían y no volverían a verse en meses, pero el temido momento de la despedida llegó; abrazados los tres juraron que nada ni nadie rompería jamás la amistad que los unía”.
– RESEÑA:
Hubo un tiempo en el que todos fuimos niños y el mundo que nos rodeaba iba cortado por un patrón muy diferente al que ahora enjuiciamos de adultos. Nos es difícil recordar las reglas de juego de aquellos maravillosos tiempos. Es por ello que aquella voz que se ha perdido en el jardín de nuestros recreos debe ser recordada periódicamente por la firme mano de escritores que aún conservan en su memoria los códigos que manejábamos en una etapa que fue pilar de nuestro presente, pero que muchos, bien por dejadez, bien por corrección, se obligan a olvidar. Hay un eterno secreto en el mundo de los niños con sus propias pruebas a superar y su lógica interna que ya se ha evaporado. En el espacio del cine y de la literatura hemos podido gozar de legendarias pandillas juveniles, como “Los cinco“, “Los Hollister“, “Los siete secretos“, “Los tres investigadores“, “Los goonies“, Los perdedores de “It“, el grupo de amigos de “Stand by me” o de “Strangers Things“. Literariamente ha sido J.K Rowling con “Harry Potter” la que ha consagrado la literatura juvenil a los lectores de cualquier edad (Sí, es verdad, que la saga fue creciendo con su éxito y, viendo que se adaptaba fácilmente a todo tipo de lectores, la trama se fue volviendo oscura y compleja). Cuando se introducen inquietudes que conectan con el lector, la obra llega muy lejos.
La presente novela o cuento (pensamos que ambos términos son válidos) de Amalia Vásquez nos introduce en este mundo del que estamos hablando. Con paralelismos a la obra cumbre de J.K Rowling (aquí también tenemos colegio, bosque oscuro, animales…) pero con menos fantasía y más cercanía al realismo social. Por ejemplo si en Harry Potter se tocaba de lleno el tema del racismo con la limpieza de sangre, los muggles, los sangre sucia, etc, aquí tenemos un panorama parecido. Ambas obras comparten también mensajes dentro de su lógica de ficción. Pero es que es precisamente desde este ángulo desde dónde los niños aprenden de sus mayores estos aprendizajes que les servirán y les acompañarán para siempre.
El cuento, es un elemento que se pierde en la noche de los tiempos al abrigo de la hoguera. Los cuentos no son simples entretenimientos para que los niños se vayan a dormir, sino que son acuerdos entre padres e hijos para la enseñanza de estos últimos desde la ficción y la protección de las sábanas. Es el ensayo final antes de la representación de la magnitud del dramatismo de la vida. Los niños aprenden sobre los peligros que pueden correr en un ambiente controlado y seguro. Sus mentes van hilvanando las herramientas necesarias para salir a un mundo cruel e inhóspito fuera del abrigo de sus progenitores o de la tribu (tristemente en los tiempos que corren la sobreprotección y la falta de la narración oral conlleva a que los adolescentes no tengan elementos de juicio suficientes para batallar en el mundo fuera del cobijo casero. Esta falta de valentía y arrojo ocasionan mayores problemas, como se puede comprobar en algunos programas de televisión y o en las estadísticas sobre la materia).
“Tras el sueño de la princesa” es un relato que indaga en el mundo perdido de la niñez. Vadea con generosidad el término de literatura juvenil, para ofrecernos una obra madura, llena de contrastes y pinceladas de algo más, algo que se escapa de la literatura para los más pequeños. Se ponen en liza preguntas universales, con respuestas muy personales. La amistad se torna imprescindible para sortear los obstáculos a los que se enfrentan los protagonistas. El coraje por seguir los sueños que siempre son esquivos y, a veces, parecen inalcanzables. La lealtad como piedra angular de las relaciones verdaderas. También seremos testigos de un camino de pérdidas y de lucha por unos ideales. Porque hacerse mayor es, sobre todo eso, aprender a perder. Este cuento tiene dos estratos de lectura, en el más profundo hallaremos preguntas que nos harán plantearnos lo que de verdad importa, una vez despojados de todo artificio.
“Tras el sueño de la princesa” es un sueño… Y los sueños, sueños son.