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CUANDO EL DIABLO SE SIENTA A TU LADO

CUANDO EL DIABLO SE SIENTA A TU LADO

– GUSTARÁ:
A aquellos lectores que disfrutan con el lado más amargo del éxito y de la derrota. Interesará a aquellos a los que la tentación les sigue llamando a la puerta con diferentes caras y cada día les es más difícil dar un “no” por respuesta. Gustará a aquellos lectores de novelas de terror e intriga con tintes psicológicos y reflexivos. Muchas veces no es necesario llevar al diablo dentro para volverse un ser despreciable.

– NO GUSTARÁ:
A aquellos que huyen de los relatos fantásticos y de todo aquello relacionado con la parte perversa que todos llevamos dentro. No gustará tampoco a los que no transigen en que los relatos de terror no empleen las fórmulas góticas tradicionales con su puesta en escena altamente descriptiva y sus diálogos ampulosos y barrocos.

– LA FRASE:
“…la suerte se convirtió en mi compañera inseparable. Daba igual que fuera la ruleta americana o la francesa o qué mesa de blackjack eligiese. Jugara donde jugara, mis pérdidas se compensaban rápidamente con ganancias y, al poco, mis bolsillos ya no daban para guardar todos “los círculos de colores” que acumulaba. Cumplí entonces otro de mis sueños recurrentes, pedir a los responsables del casino que las custodiaran hasta que terminara. Repartí generosas propinas aquí y allá, que generaron la admiración de quienes contemplaban el juego y me convirtieron en la estrella de la noche”.

– RESEÑA:
Hoy traemos a reseñar el libro Cuando el diablo se sienta a tu lado de Rachel Ripley. La teniente de la nave Nostromo se enfrenta en cueros y en su pequeña nave de supervivencia a un gran y funesto bicho que primero eclosiona de una pequeña y desesperada circunstancia personal pero que rápidamente se transforma en un aniquilador de almas. Novela corta que bebe narrativas clásicas pero que las actualiza a un tiempo contemporáneo donde observamos que el progreso no desecha el influjo de las fuerzas del mal de antaño. El mal como fuerza etérea y abstracta se pasa a la edad digital, pero se sigue zambullendo en las mentes de aquellos que les corroe la codicia y buscan los atajos o soluciones rápidas para sus problemas. En momentos de flaqueza, él aparece, en el cuerpo y la fisonomía de quien trabaja de paisano y pasa desapercibido. Se lima los cuernos, se embadurna de desodorante para eliminar el hedor a azufre y deja en depósito el tridente en el ropero de salida del infierno. Llega entonces a un mundo que conoce muy bien; a la tierra de los humanos. Un lugar irracional lleno de almas que corren en el ajetreo de una vida que no respetan, pisando los cadáveres que dejan por el camino, dando igual que estos yazcan en un lejano país en guerra o en un enmoquetado club social de postín abarrotado de gente vacía. Este mundo es su patio de recreo. Las almas buscan respuestas a grandes problemas que ellos mismos se han buscado por su inoperancia afectiva de altas expectativas y eslóganes publicitarios. Es aquí donde el diablo no tiene que pescar, directamente, los salmonetes, saltarán a su barca y él, con infinita paciencia, los irá saboreando uno a uno.

Desde los albores de la humanidad existen mitos y leyendas intrínsecamente unidas a las maldiciones que llevan a la perdición, normalmente por un uso indebido o abusivo de ciertos artefactos vedados, esotéricos y poderos. De todos ellos, la maldición del espejo, del reflejo, del yo que nos mira desde el otro lado es una de las que más calado tiene y ha llegado, actualizada, hasta nuestros días. Son incontables los mitos que se entrelazan en este terreno sinuoso de ensoñaciones entre la realidad y la ficción. Es nuestra propia alma la que nos mira desde un mundo ajeno e insondable, analizando y enjuiciando quienes somos para concluir si nos merecemos su aquiescencia para seguir viviendo. Los ejemplos de espejos y reflejos malditos se agolpan ya desde la aparente inocencia infantil con: “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí” (Lewis Carroll 1871) o Blancanieves (hermanos Jacob y Wilhelm Grimm 1857). Son también muchos autores los que hacen referencia a los espejos en su obra: Marcel Schwob, H.P. Lovecraft, Virginia Woolf, Isaac B. Singer, G. K. Chesterton, Goran Petrovic, Borges, Edgar Allan Poe, Walter de la Mare, Angela Carter, Bioy Casares o Giovanni Papini. El mito se siguió engrandeciendo con la aparición del término doppelgänger acuñado por Jean Paul Richter, siendo su gran referente la narración de Edgar Allan Poe “William Wilson” (1839). Otro gran ejemplo es “El retrato de Dorian Gray” (Oscar Wilde 1890). La maldición del espejo se enfrenta contra el propio protagonista espectador. El romanticismo literario, pugnando contra la Ilustración, impone nuevos cánones mostrando y criticando el racionalismo exacerbado, formalista y clásico. Huye de las estructuras creadas en un todo perfeccionista de obras pulcras y cerradas. Mana el liberalismo y la libertad en las pautas de la creación literaria. Liberados del corsé estructural de la etapa anterior saltan al coso de las letras el drama, la novela gótica e histórica y la ficción no necesariamente didáctica. También dejó su impronta en este tema el renombrado J.R.R Tolkien con elementos como los Palantir, o la escena de la ciénaga de los muertos donde cae Frodo fruto de los mareos y ensoñaciones que sufre viendo la cara de los antiguos guerreros fallecidos bajo las oscuras aguas de aquel antiguo campo de batalla. Una vez más, es el reflejo el que tiene un terrible poder de adicción sobre el que lo mira demasiado tiempo con escrutinio torturador intentando entrar en lo más insondable e inalcanzable del alma humana.

En el mundo cinematográfico tenemos también muchos ejemplos del espejo como símbolo maldito de seducción, engaño, turbación y muerte: (Reflejos, 2008), (Oculus, 2013), (Candyman, 1992), (El espejo, 1975), (Al otro lado del espejo, 2003), (El espejo roto, 1980), (Dark Mirror, 2007), (El espejo de la bruja, 1962). También hay otras superficies que hacen las veces de espejos y tienen las mismas nefastas consecuencias. (Poltergeist, 1982) o (Ringu 1998). Pero donde la maldición del reflejo en el espejo toma su mayor dimensión es en la figura del vampiro, encarnada en Drácula como su mayor baluarte. Ya no es el espejo el maldito, sino que la propia maldición del chupasangre ha trascendido a su propia figura arrebatándole su humanidad y con ella su propia imagen. El vampiro es un ser con sombra pero sin alma, que queda patente en la ausencia de su propio reflejo. Ni vivo ni muerto. Aquí el espejo nos expone claramente la situación descarnada de este personaje. No nos podemos resistir a hacer un inciso introduciendo este breve extracto de la obra cumbre de Bram Stoker. “Dormí sólo unas cuantas horas al ir a la cama, y sintiendo que no podía dormir más, me levanté. Colgué mi espejo de afeitar en la ventana y apenas estaba comenzando a afeitarme. De pronto, sentí una mano sobre mi hombro, y escuché la voz del conde diciéndome: “Buenos días.” Me sobresaltó, pues me maravilló que no lo hubiera visto, ya que la imagen del espejo cubría la totalidad del cuarto detrás de mí. Debido al sobresalto me corté ligeramente, pero de momento no lo noté. Habiendo contestado al saludo del conde, me volví al espejo para ver cómo me había equivocado. Esta vez no podía haber ningún error, pues el hombre estaba cerca de mí y yo podía verlo sobre mi hombro ¡pero no había ninguna imagen de él en el espejo! Todo el cuarto detrás de mí estaba reflejado, pero no había en él señal de ningún hombre, a excepción de mí mismo. Esto era sorprendente, y, sumado a la gran cantidad de cosas raras que ya habían sucedido, comenzó a incrementar ese vago sentimiento de inquietud que siempre tengo cuando el conde está cerca. Pero en ese instante vi que la herida había sangrado ligeramente y que un hilillo de sangre bajaba por mi mentón. Deposité la navaja de afeitar, y al hacerlo me di media vuelta buscando un emplasto adhesivo. Cuando el conde vio mi cara, sus ojos relumbraron con una especie de furia demoníaca, y repentinamente se lanzó sobre mi garganta. Yo retrocedí y su mano tocó la cadena del rosario que sostenía el crucifijo. Hizo un cambio instantáneo en él, pues la furia le pasó tan rápidamente que apenas podía yo creer que jamás la hubiera sentido. —Tenga cuidado —dijo él—, tenga cuidado de no cortarse. Es más peligroso de lo que usted cree en este país —añadió, tomando el espejo de afeitar—. Y esta maldita cosa es la que ha hecho el follón. Es una burbuja podrida de la vanidad del hombre. ¡Lejos con ella! Al decir esto abrió la pesada ventana y con un tirón de su horrible mano lanzó por ella el espejo, que se hizo añicos en las piedras del patio interior situado en el fondo”. Extracto de Drácula (Bram Stoker 1897).

Pero, seguramente, el episodio que se nos viene primero a la mente al leer Cuando el diablo se sienta a tu lado es el capítulo “mirror, mirror” de Amazing Stories (1985-1987). Dirigido por Martin Scorsese y producido por Steven Spielberg. Para quien no lo haya visto, le invitamos a ello y luego nos cuentan si el protagonista de la obra de Rachel Ripley no pasa las de Caín, al igual que el personaje de esta clásica serie de culto. Aquí nos encontramos la codicia y la ludopatía de quien quiere jugar a ostentar el poder y la maldición inherente que va siempre de la mano, (karma que lo llaman ahora). Tenemos el mismo ejemplo en el modus operandi de ciertos timos y fraudes, que sin la complicidad del timado o “víctima” que se cree más listo que el resto de los mortales, el timo no podría ejecutarse. Subyace siempre en el género humano esa sensación de que el aprovechamiento del semejante es factible siempre que este se le etiquete como el tonto de turno. Aunque realmente esa facha de superioridad es rebasada por la dura realidad al verse engañado.

Rachel Ripley nos trae un cuento actualizado que exuda varios de los pecados capitales clásicos. Habla de enfermedades modernas, de esas que afectan más a la mente que al cuerpo. Tiene también un espacio para poner encima del verde tapete de juego las miserias y negras consecuencias de la sociedad capitalista y de consumo en la que llegar el segundo no es suficiente. Lugar donde la apariencia, el selfie, y la envoltura en la que todos estamos inmersos nos lleva a la perdición. Individuos que no encuentran ni su espacio, ni su función, ni sus metas. Ante tal amalgama de competiciones y competidores, observamos trabajadores dopados que sonríen mientras se caen a pedazos por dentro. Cuando el diablo se sienta a tu lado equilibra con resolución ambos tonos: el referente a una narración clásica de terror y el que analiza las desigualdades sociales del modernismo urbanita y los sacrificios del individuo para seguir a flote. Y recuerden, los chinos con el tema del feng shui no son muy de espejos, ni de pantallas, ni de reflejos; por algo será.


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