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9788494848230

LA LATITUD DE LOS PASOS

– GUSTARÁ:
A todos aquellos lectores que tienen más de viajeros que de turistas. A los que huyen de los tours organizados como de las croquetas congeladas. Gustará también a todos aquellos que les gusta sentir, por botas ajenas, las vivencias de los viajeros que salen de su confortable monotonía diaria para adentrarse en espacios físicos y mentales desconocidos. También cumplirá las expectativas de los amantes de los libros de cuidada presentación.

– NO GUSTARÁ:
A los amantes de la ficción novelada y a todos aquellos que disfrutan de lo tangible y medible desde su sillón, con Netflix en una mano y con los sucesos de los telediarios en la otra. Tampoco será del interés de aquellos amantes de las guías de viajes al estilo Lonely Planet que desnudan completamente la aventura y la improvisación del viaje.

– LA FRASE:
“De pronto, al mirar a mi alrededor, observé una cantidad ingente de caballos que pastaban en libertad, nadie los limitaba. Caminé hacia ellos y pensé que este lugar era como una <>, solo que aquí ellos me mostraban que el peso ya lo había dejado atrás, era hora de correr y vivir, libre y en paz”.

– RESEÑA:
Hoy os traemos a la palestra de las reseñas literarias, “La latitud de los pasos: impresiones del Camino” de Oleñka Carrasco: viajera, fotógrafa y escritora. Solamente un perfil así podía haber alumbrado el libro que tenemos entre manos. Libros sobre el Camino de Santiago encontramos miles de referencias. Entre otras cualidades, lo que hace a este libro original es su maquetación, que le dota de un aspecto de cuaderno de viajes clásico. De esos que han sido relegados por el teléfono móvil y las compras apresuradas en tiendas de recuerdos oficiales de museos y aeropuertos. Antes de la completa digitalización de los viajes, en los que booking, tripadvisor y los blogueros de moda nos llevan de la mano a cada paso que damos y donde prácticamente se ha abandonado la aventura por la modalidad turigrina, hubo un tiempo en el que la artesanía personal era la dueña del destino del viajero. El cuaderno de viajes consistía en una recopilación de apuntes personales, bitácora de cada jornada, tickets, hojas, billetes, dibujos, fotografías adheridas, y cualquier otro elemento físico que se pudiera añadir al mismo. Estos cuadernos eran la piedra angular de los recuerdos de muchas generaciones de grandes viajeros. Hoy en día esta tradición está casi perdida.
En, La latitud de los pasos, recuperamos aquellos tiempos. La obra reproduce y actualiza el recuerdo de aquella época de exploradores y nómadas. Tenerlo en las manos es volver a siglos pretéritos. Escrito en forma de diario sobre los 38 días en los que la autora recorrió el Camino de Santiago francés, desde Saint Jean Pied de Port a Santiago de Compostela, entre los meses de mayo y junio de 2014. El libro está redactado en español y francés. Todo el contenido está transcrito en ambos idiomas para no perderse absolutamente nada. Con una maquetación muy dinámica, original y en diferentes formatos y tipologías de letras, el resultado final es, efectivamente, como el de tener entre las manos el cuaderno original que la peregrina/autora pudo componer diariamente en su ruta jacobea. El trabajo de maquetación, repetimos, es magnífico. Más que un libro es una pieza artística. Como un buen cómic, hay obras que no aguantan el formato ebook. Y este es un claro ejemplo.

Oleñka Carrasco nos habla desde todas la ópticas del Camino. Aquí no tenemos una guía de viajes al uso, del manido ¿dónde comer?, ¿dónde dormir? o ¿qué visitar? Aquí tenemos un cuaderno sin guión, donde en ciertos días se hablará más de sentimientos y en otros de las características de la ruta que va pisando bajo su botas. No existe una estructura rígida en la narración, sino que será la propia peregrina la que vaya repartiendo sus emociones a lo largo de toda su obra. Seremos espectadores de días mejores y de días peores; todo ello se irá entreverando en las notas de la autora. También veremos la evolución de la misma, de sus primeros titubeantes e inseguros pasos más allá de los pirineos, pasando por su bautismo de fuego a ampollas, sudor y lágrimas por la infinita meseta castellana y las correidoiras gallegas, hasta llegar a un conocimiento iniciático y reflexivo. Todo ello la capacitará para casi cualquier proyecto futuro cuando llega a Santiago de Compostela.

El Camino da lo que cada uno necesita. Transforma la visión del mundo del escéptico y da herramientas de autoexploración a quien anda perdido. Una semana en el Camino vale más que toda la bibliografía de un autor del denominado género de “autoayuda”. El Camino pone en su sitio a todos sus caminantes. El memento mori te enseña en cada recodo del camino que la meta es el propio camino y que no hay meta sin esfuerzo. Que lo importante no es llegar el primero, sino llegar. Que después de la tormenta viene la calma, y que después de la calma viene la tormenta. Que todo es cíclico; las subidas y las bajadas. Que lo que maltratas te acabará maltratando de vuelta. Que el comienzo de cada jornada es duro y fatigoso, pero que una vez engrasada la maquinaria, el cuerpo tiene límites que nunca pensaste que podrías alcanzar. Que, aunque no siempre, la perseverancia y el tesón mueven ruedas de molino. Y que nunca una ducha y un plato caliente te van a saber igual de bien que en un pequeño albergue de un pueblo que hasta ese momento no sabías ni que existía.

En tiempo de informaciones efímeras, carreras en búsqueda de un sitio en la vida, insensibilidad y desprecio por el que piensa o siente de manera diferente, de corrección política, de bandos enfrentados por asuntos baladíes, de impostadas apariencias, de ambiciones desbordadas,… Oleñka Carrasco nos invita a entrar en un remanso de paz, donde fluyen reflexiones, pasos, tiempos sin relojes, estrellas fulgurantes al raso, amaneceres pausados y superación por llevar el cuerpo y la mente a lugares donde nunca hubiéramos imaginado que estaba colgado el cartel de abierto.
El Camino no mira tu bolsillo, ni tu condición social, ni tu origen, ni tu edad. Como el egipcio juicio de Osiris, el Camino solamente enjuicia el peso de tu alma, y si esta pesa lo mismo que una pluma -símbolo de la verdad y de la justicia-, estarás preparado para su rito de iniciación (esto incluye, por supuesto, una buena tabla de pulpo en Casa Ezequiel regada con albariño).

¡Ultreia et Suseia peregrinos!


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