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Un mundo feliz

NOTA: 9,0

TÍTULO: Un mundo feliz.

AUTOR: Aldous Huxley.

EDITORIAL: Círculo de amigos de la historia (1977).

PÁGINAS: 270.

¿DÓNDE COMPRARLO?: Aquí

SINOPSIS:

La novela describe un mundo en el que finalmente se han cumplido los peores vaticinios: triunfan los dioses del consumo y la comodidad, y el orbe se organiza en diez zonas en apariencia seguras y estables. Sin embargo, este mundo ha sacrificado valores humanos esenciales, y sus habitantes son procreados in vitro a imagen y semejanza de una cadena de montaje.

GUSTARÁ:
Y mucho, a los que se sienten diferentes en un mundo unidireccional que les empuja a agachar la cabeza y recorrer la manida senda transitada de las muchedumbres.

NO GUSTARÁ:
A aquellos que lean este imprescindible e imperdible libro únicamente desde la óptica narrativa aventurera sin entrar en las inquietantes reflexiones que lleva en su interior.

RESEÑA:
Sin tiempo para desarrollar una reseña decente, ya que se nos acaba el año y hay que pasar página (de nuevos e interesantes libros) comentemos, al menos superficialmente, lo que significa esta obra publicada en 1932 (que según varias fuentes es el tercer libro más censurado en todo el mundo). El grado de identificación, anticipación, conocimiento y análisis del autor sobre una sociedad futura que vive mecánicamente bajo los efectos del opio (soma en este caso) es de una brillantez y lucidez indudable. Aldous Huxley pudo componer una fábula terrorífica sobre la alienación humana antes de los tiempos de internet, de la digitalización, de las redes sociales, y del ocaso de los valores tradicionales y familiares, de la educación, de la lectura y de la filosofía. En definitiva, la pérdida de competencias particulares para mayor gloria de gobiernos y corporaciones que mueven los hilos de nuestros destinos y vacían nuestros bolsillos de sueños, emociones y libertades.

El control siempre ha sido y será la máxima aspiración de los poderosos. A estas alturas de la historia parece fácil comprobar que solamente hay dos maneras de controlar a una sociedad; por las buenas (Un mundo feliz de Aldous Huxley) o por las malas (1984 de George Orwell). El control a sangre y fuego es muy acertado a corto plazo, la mano de hierro siempre ha quemado aldeas y acuchillado a sus moradores, pero si la masacre se deja a medias, como todos sabemos, luego vienen las venganzas que acabarán por hacer caer antes o después al régimen totalitario. La primera opción, que es la que nos ocupa, necesita más tiempo, mimo y esmero que la segunda, y es a largo plazo cuando obtiene los mejores resultados. En la opcion de Huxley no hay revueltas que sofocar ya que los rebeldes han claudicado a un sistema que creen que es el adecuado, correcto y enriquecedor. Esta es la vía de las sectas y demás grupos de presión que eliminan la individualidad de la persona para tornarla en parte del engranaje del grupo mismo (todo ello apoyado por las drogas en la mayoría de las ocasiones y mediante una persona que se atribuye las competencias de guía espiritual. Muy al estilo de la película La invitación, 2015).

Finalmente podría existir un tercer tipo de control o una variante de las dos comentadas, mucho más difícil y complejo de llevar a cabo que las dos anteriores, que sería el del control bajo la mentira absoluta (El show de Truman, 1998 o Matrix, 1999). El desarrollo de esta cuestión espero poder plantearlo en un futuro.

Resumiendo. El control “por las buenas” es sin duda el que mejor resultados arroja. Cercenar la libertad del individuo mediante técnicas que consigan que sea el propio sujeto el que acepte dicha situación al encontrarla ventajosa para sí mismo es la clave. Así el individuo cumplirá obedientemente lo que se le reclame para mantener su privilegiado status además de velar por que el resto de los individuos también acepten esta realidad (por ejemplo, aconsejando tomar soma/droga a un compañero a los primeros síntomas de planteamiento de algo complejo o traumático).

Más allá de las aventuras que acontecen a los personajes (el impactante inicio con la visita guiada al centro de clonación y acondicionamiento, la secuencia de los sucesos en la reserva india con su correspondiente baño de realidad y, sobre todo, un pasaje que quedará para siempre en la memoria del lector y que tiene que ver con la muerte y la presencia de unos niños) el texto nos ofrece una de las mejores cincuenta páginas finales de la literatura de ciencia-ficción, no tanto por lo original del desenlace sino por las reflexiones que nos regala al lector. Comentarlas aquí sería privar de un gran momento a aquellos que no hayan leído la obra todavía.

Por cierto, ¿vives en un mundo feliz?. Si es así, enhorabuena, aunque sería bueno saber si esa felicidad la has adquirido por acudir asiduamente a los centros comerciales, por ver telecaca, por poner morritos en Instagram, o por decir “SÍ” cuando todos dicen sí, y por decir “NO” cuando todos dicen no.

Reflexionemos sobre el porqué los poderosos, que no saben ni ser puntuales en sus reuniones y ruedas de prensa, ni votar solitos en el hemiciclo ya que les tienen que indicar si pulsar el botón “rojo” o el “verde“, están capacitados para decirnos a los ciudadanos en qué sentido tenemos que andar por la calle. Efectivamente, en un país al que hay que recordar cada año cómo funciona todo el operativo de las campanadas de Nochevieja, (los cuartos, la bajada del carillón, etc) le queda mucho por andar.


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