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OSCURO AMANECER EN BERLÍN

OSCURO AMANECER EN BERLÍN

– GUSTARÁ:
A los amantes del género bélico y de espías. Lealtades, traiciones, honor y lucha por la defensa de los ideales se entretejen en este dramático punto de inflexión de la historia de Europa. La guerra arrebata la ética y la moral a los torturadores pero amplifica la bondad y el sacrificio entre los subyugados. Será del interés de los amantes del thriller, raudo, cinematográfico pero, al mismo tiempo, cargado de una notable recreación descriptiva e histórica.

– NO GUSTARÁ:
A aquellos que prefieren novelas con ritmos más lentos, de descripciones barrocas, milimétricas y de exactitud quirúrgica en hechos, fechas y circunstancias reales. Aquellos que no dan pie a licencias narrativas se verán defraudados. Tampoco será del interés de aquellos que no se emocionan cuando hacen zapping y se topan con un documental de la II G.M. en National Geographic.

– LA FRASE:
“Recorrieron un largo pasillo de mármol rojo con amplios ventanales que daban a los jardines de la Cancillería, y que dejaban entrar una gran luminosidad a la enorme estancia. Las botas del oficial restallaban sobre el mármol como los cascos de los caballos al trotar sobre el adoquín y, según iban avanzando, se sucedían butacas y mesas de baja altura dispuestas cada diez metros. Meyer imaginó a todos los gerifaltes del partido y del gobierno sentados en cada uno de los butacones pasando el tiempo mientras esperaban a ser recibidos por el Führer“.

– RESEÑA:
Hoy traemos para reseñar Oscuro amanecer en Berlín. Un intrincado thriller de espionaje, lealtades, traiciones, persecuciones y aroma a la pólvora que arrasó Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Nos recuerda a la Casablanca cinematográfica que era un nido de espías de sombrero, traje y gabardina. Allí se daban cita las sonrisas por encima del mantel y las cuchilladas por debajo de la mesa. Estraperlo, falsificaciones documentales, ocultación de fugitivos, sabotajes de toda índole. Cuando el enemigo es muy poderoso solamente queda enfrentarse a él mediante técnicas subversivas y de resistencia clandestina. En Oscuro amanecer en Berlín la capital del Reich, que estaba destinada a durar 1000 años, vive en una relativa calma floreciente en un momento en el que el ejército nazi cuenta con su máxima extensión fruto del Lebensraum, idea original del politólogo Rudolf Kjellén y que fue adoptada por Hitler en su seminal Mein Kampf. Con la práctica totalidad de Europa a sus pies, el norte de África y las colonias en pleno avance, y el ataque de su aliado Japonés a Pearl Harbour a finales de 1941, se presagiaba un futuro muy prometedor para un pueblo alemán que se quitaba el oprobio del maltrato sufrido con el Tratado de Versalles de 1919 que puso fin formalmente a la Primera Guerra Mundial. Con la puntilla muy cerca gracias a la finalmente desechada Operación León Marino para hacer capitular a Londres y con las aún lejanas desastrosas consecuencias de la derrota en el frente Este que frenó en seco las ansias de Hitler de conquistar Moscú con la Operación Barbarroja (lejos quedaba el tratado de no agresión firmado por Viacheslav Mólotov y Joachim von Ribbentrop en 1940 que se mantuvo en vigor hasta 1941), Berlín se ocupaba de sus asuntos de inteligencia interna para detectar judíos, desertores, traidores y alborotadores. En este contexto irrumpe Joaquín Rodríguez para contarnos una historia que destaca por buscar su hueco personal entre las grandes hazañas bélicas con una historia clásica de intriga en el lugar más poderoso del mundo en 1942.

Para llegar hasta aquí mucha culpa tiene, en gran medida, la impronta fílmica de Steven Spielberg en el imaginario colectivo con sus películas Salvar al soldado Ryan y La lista de Shindler. No fueron ni mucho menos las primeras en retratar los horrores de la guerra, pero sí son las que han quedado como referentes. Antes de estas (entre muchas comillas) la sangre de Normandía no era tan roja ni teñía tan inmisericordemente la retina del espectador ni los hornos crematorios de los campos de concentración agarraban tan hondamente las entrañas en su visionado. En Oscuro amanecer en Berlín nos movemos más cerca de El pianista de Polanski en su eterna huida de supervivencia y en las botas de caña alta de la mente del metódico y sherlockiano coronel de las SS, Hans Landa en Malditos Bastardos de Quentin Tarantino. También podemos recordar en este punto la serie televisiva Norte y Sur, ambientada durante la Guerra de Secesión Norteamericana. Allí pudimos ver cómo los dos protagonistas ponen a prueba su amistad y lealtad al ser separados por la contienda bélica. Este juego del deber y del honor contrapuestos casa muy bien con el libro que tenemos ahora entre manos. No reiteraremos lo que puede leerse en la propia sinopsis del libro, pero sí queremos reconocer que la presente novela usa el marco bélico para indagar en los vericuetos más realistas y sentimentales más allá del propio contexto. Oscuro amanecer en Berlín no es tanto una novela histórica como una novela de intriga y espionaje al hilo de los grandes maestros del género como John LeCarre, Frederick Forsyth o Robert Ludlum. Vamos de lo general a lo particular en un Berlín espléndidamente descrito. Para los legos en la materia que solo conocemos las fotos y vídeos de la cancillería del Reich siendo tomada por los soldados rusos, así como la foto de la entrada al Führerbunker con los bidones de 200 litros de gasolina con los que, supuestamente, el teniente de las SS, Otto Günsche incineró el cadáver del Führer y de Eva Braun es una gran noticia que nos transporten por el resto de la ciudad teutona. En esta novela vamos mucho más allá. La ciudad cobra vida en sus plazas, avenidas, parques, comercios, medios de transporte, residencias y edificios gubernamentales. El día a día de “La capital del mundo” es un personaje más de la obra. Sus detalladas descripciones nos internan por sus callejas y nos hacen partícipes de su latido.

Otro de los elementos que reproduce magníficamente el autor, y que ya es parte de la historia, es la pugna entre los diferentes estratos militares de la Alemania nazi y, en relación a ello, su vinculación con la ideología nacionalsocialista. La Wehrmacht, las temibles SS, la Gestapo, la Luftwaffe, la cúpula política del partido nazi, etc. Cada uno de ellos intentaba fagocitar al resto para hacerse con las mejores parcelas de poder. Los resquemores entre todos iban en aumento según se sucedían algunos focos de insurrección y disidencia, además de los atentados contra Hitler y el Reich (Operación Walkiria, Antropoid, Noche de los cuchillos largos, etc). Queda muy bien reflejado en la presente novela todos estos flujos de poder que se anteponen y se superponen los unos a los otros en una búsqueda constante para alcanzar los favores de los superiores. (Si fuera una película norteamericana el asunto en cuestión sería la discusión entre un sheriff rural y un agente del FBI sobre de las malditas jurisdicciones). Aprovechando la trama principal, el autor nos muestra un capítulo más del ingenio de supervivencia de los prisioneros de los campos de concentración en los que la valía instrumental era la única opción para mantenerse a flote. Muchas de estas tramas están basadas en hechos completamente reales.

Oscuro amanecer en Berlín nos habla de la resistencia, pero no ya solo de la organizada, sino de la personal. Grandes sacrificios de ciudadanos anónimos que aman a su país y a su familia y que se vieron abocados a la lucha. Algunos héroes de toda condición no han pasado a los libros de historia gracias a su anonimato, pero sí sus obras. De otros conocemos pormenorizadamente su historia, como la del coronel Claus von Stauffenberg o la de los siete paracaidistas checos que dieron su vida en la catedral de San Cirilo y San Metodio de Praga tras el atentado contra Reinhard Heydrich. Todos ellos actos de valentía, con mejor o peor suerte, que contribuyeron a minar la moral del nazismo y a entorpecer con actos de sabotaje el imparable avance de su maquinaria bélica. Estamos ante una obra que se aleja de la épica bélica para mostrarnos la cotidianidad del juego del gato y el ratón que se origina durante cualquier conflicto armado. Lejos del frente de batalla siempre se ha desarrollado una lucha más quirúrgica, específica y detallista para lograr, a veces, incluso mejores resultados.

Con un gran conocimiento de la materia tratada y un ritmo frenético, sobre todo en su último tercio, la presente novela sirve al lector para conocer los sacrificios de hombres y mujeres durante una de las páginas más oscuras de la historia de la humanidad.


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