La estrafalaria policía Aroa Pérez ingresa, de sopetón, en el grupo de los perdedores, un subgrupo de homicidios de la Jefatura Superior de Galicia que pasa por horas bajas. Desde su primer día de trabajo estará bajo las órdenes de Humberto, una persona atormentada, que lleva a cuestas muchos vicios y cuentas sin saldar. El subinspector le enseñará el oficio y desplegará todos sus métodos de la vieja escuela mientras lucha contra el fantasma de su pasado. Para ello contará con la ayuda de Josiño, criminólogo y voz de su conciencia. Juntos tendrán que esclarecer una serie de horribles crímenes en el rural gallego que llevan la firma de O lobishome da Penouqueira. Un asesino muy inteligente y escurridizo que pondrá a prueba y llevará al límite a los agentes… y al lector.
– AUTOR –
José Manuel Pérez Varela (A Coruña, 1979) vive en Santa Cruz de Tenerife por motivos laborales. Desempeñó muchos oficios, desde operario de máquinas a programador, y actualmente trabaja en Telecomunicaciones para Policía Nacional. Casado y padre de un niño. Su primera obra autopublicada y solidaria fue Un corazón roto se viste de amarillo, disponible en Amazon.
– GUSTARÁ
A todos los lectores de thriller policial en el que queda marcada la idiosincrasia patria sin necesidad de acudir a elementos puramente anglosajones que todos tenemos en el imaginario colectivo. La casa sobre la colina será la lectura ideal para aquellos que se deleitan con lecturas con brío, raudas y muy conversacionales, pero que no dejan al margen una notable investigación y documentación sobre la materia tratada. Suspenses y correrías bien hilvanadas se encontrará el lector que se acerque a esta obra.
– NO GUSTARÁ
A los lectores que prefieren obras armadas desde la descripción pormenorizada por encima del realismo cotidiano. La casa sobre la colina no es una novela para los que buscan fórmulas de violencia suma, truculencia gráfica o lenguaje excesivamente deslenguado. Los que prefieran los modos y maneras del noir de otras latitudes tampoco encontrarán aquí su vehículo de diversión ideal.
– LA FRASE
“El día comenzaba a clarear y la sombra del monte Penouqueira todavía invadía el tapiz de viviendas de los arteixáns. Aparcaron en la cima, cerca de la Casa de los Horrores y Fermín, por fin pudo vomitar los excesos nocturnos. Humberto contempló la majestuosa construcción. Parecía que la siniestra morada hubiese crecido a lo alto y a lo ancho, como si se hubiese alimentado de las almas de las chicas muertas y de las penas de los habitantes del pueblo”.
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar, La casa sobre la colina, de José Manuel Pérez Varela. Un thriller policíaco rural ambientado en Galicia y que sorprende gratamente por dar el mismo espacio a sus personajes que a la propia trama (algo muy interesante, cuando normalmente prevalece esto último sobre lo primero). Cualquier lector de largo recorrido se acaba dando cuenta de que no puede existir un género literario predilecto si cuando se aborda la lectura concreta a la trama no la acompañan sus personajes. Aunque la premisa, las escenas, las descripciones, los desencadenantes, los giros de guion, la carga emotiva o las aventuras más rocambolescas intenten seducir al lector, sin unos personajes que no empaticen ni estén creados con cierta habilidad la obra cojea. Ocurre en muchos géneros. Un ejemplo que todos conocemos son las películas de terror slasher. Es frecuente que los protagonistas de estas sean pura carnaza sin nada que aportar a la trama más que dejarse cazar por el psicópata de turno. Esta es una de las razones principales por la que el espectador, aunque no lo quiera reconocer, se sube al bando del tipo del machete, ya que los otros no se han ganado la empatía suficiente para merecerse seguir con vida ni un minuto más. Pero este ejemplo no se puede aplicar en La casa sobre la colina. Aquí el autor ha hecho un notable trabajo de creación, desarrollo y confrontación entre todos ellos. Todo un triángulo virtuoso que el lector experto sabrá agradecer. Toman tanto protagonismo que los propios capítulos de la novela están acotados con los nombres de los implicados en la acción. Recurso que servirá también a los lectores para ubicarse en cada salto de escena.
Una novela criminal de gatos y ratones en la profunda y hermética gallega rural. Entre hórreos, cruceiros y corredoiras neblinosas se sucederán una serie de cruentos acontecimientos que llevarán a un variopinto y heterogéneo grupo de investigadores a intrincarse por unas sendas peligrosas y nada habituales en la función policial.Aunque la novela negra y/o policial se ha caracterizado por su marcado aspecto urbano y anglosajón, no es extraña en las letras españolas. Desde el clásico Pepe Carvalho a los más contemporáneos: Víctor del Árbol, Eva García Sáenz de Urturi, Juan Gómez Jurado, Dolores Redondo, Javier Castillo o Carmen Mola.
José Manuel Pérez Varela vuelca gran parte de su talento con la pluma en la atmósfera creada para introducir a sus personajes que, sin ser multitud, los caracteriza con brío y precisión. Son precisamente estos los que soportan la arquitectura del relato. Mediante sus interacciones, conversaciones y movimientos ajedrecísticos podremos conocer mucho mejor el ambiente de bruma en el que se hunde esta historia de blancos y negros, de lobos y corderos. Tenemos incluso un guiño al club de los perdedores (losers / lovers en el original, It, Stephen King, 1986). Todos los personajes de La casa sobre la colina son perfectamente identificables, sus voces son individuales. Todos aportan a la causa común del subinspector Humberto. Unos de manera tangencial, otros de manera directa, algunos asesorando cual Pepito Grillo; todos los compañeros de faena sirven para fijar el «modus operandi» del protagonista, desde la fortaleza de fachada, hasta las dudas y el pasado acechante interior. El lector reconocerá la voz de cada personaje y casi podrá anticipar sus movimientos dada la definición que da el autor y que va en consonancia con su construcción.
La fórmula empleada por el autor funciona a la perfección si hablamos de mantener al lector entretenido y activo a lo largo de toda la narración, ya que en esta no aparece ningún momento tedioso en el que la lectura pueda encallar o diluirse en una multitud de sendas secundarias. El tiro narrativo es directo e implacable. El recorrido se realiza sin paradas intermedias que puedan enlentecer los crímenes y las investigaciones policiales. Pero no por ello se abandonan las fases que todo thriller policial debe tener: investigación + acción. Respecto a la primera, se nota que el autor tiene un conocimiento adecuado sobre la técnica policial y su día a día. Solo así puede exponer una serie de escenas con una naturalidad tranquila para que el lector no sienta que los elementos están forzados o son llevados con demasiada artificialidad. Recordemos que no es una novela de superhéroes o con personajes con superpoderes. Pero lo que sí encontramos es el dicho, aquel que dice que el diablo sabe más cosas por viejo que por diablo. Aquí lo podremos comprobar. Aquel que es perro viejo, buen observador y, sobre todo, buen escuchador, será capaz de llegar a conclusiones que se les podrían escapar a los legos en la materia por muy buen currículo que porten. Otro de los aciertos de La casa sobre la colina es que no intenta adaptarse al producto anglosajón de género que tan fijado tenemos en nuestro país, sobre todo por series y películas estadounidenses. La presente obra tiene su propio lenguaje, sus propias costumbres y su propio tono, aunque como en todo, siempre hay algún elemento de mestizaje al que ningún autor se puede mantener al margen al 100%. También hay licor café, mucho mejor que un whisky doble solo, ¡dónde va a parar!
Interesante también como el autor introduce guiños literarios y cinematográficos para que el lector se sienta más cerca de la acción, con las comparaciones que se van sucediendo en cada secuencia. Desde Shyamalan a Murakami, pasando por Javier Miró, Ruiz Zafón o Romasanta, el lector encontrará todo tipo de apuntes culturales. José Manuel Pérez Varela juega con la cultura popular para dotar de cercanía a su obra. La complicidad está más que justificada. La voz del realismo cotidiano cobra vida y la proyecta sobre unos personajes que cumplen su función a la perfección.
La casa sobre la colina es un notable ejercicio de entretenimiento literario policial. La pluma del autor se esmera en dotar de cuerpo y alma los truculentos sucesos que ocurren en un lugar tranquilo y apartado. Dota de vida a una pequeña localidad gallega en donde nunca pasa nada, hasta que pasa. Capítulo a capítulo la madeja se irá estirando para mostrar la verdadera cara del mal, y con ella sus motivaciones e intereses ocultos.