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EL SUEÑO DE ELI

EL SUEÑO DE ELI

– GUSTARÁ:
A los aficionados a las utopías y las distopías, a los degustadores de ciencia ficción con retazos de realidades reconocibles, adaptadas o deformadas. A quienes aprecian los pasajes de acción trepidante con final previsible, pero incierto. Satisfará a los que gustan encontrar pinceladas eróticas cuidadosamente dosificadas, acompañando a unos personajes rotundos cargados con altas dosis de violenta actividad.

– NO GUSTARÁ:
A quienes intimida una realidad presente que pudiera tener sentido en un futuro no muy lejano. A los descreídos del catastrofismo. A los que prefieren literatura intimista, reflexiva y filosófica desprovista de las aristas más duras y dramáticas de nuestra propia naturaleza.

– LA FRASE:
“Y es que Toledo era una ciudad anclada en el pasado en muchos sentidos, no sólo su casco histórico desafiaba al paso inexorable del tiempo, pensaba Eli. Los habitantes también resistían, los TTV (Toledanos de Toda la Vida), como los oriundos de la ciudad de varias generaciones se conocían popularmente, se asemejaban a aquellos irreductibles galos de los cómics que rechazaban ser conquistados”.

– RESEÑA:
En un relato, donde predomina la acción trepidante, el autor nos presenta un mundo muy reconocible que, precisamente por ello, puede llegar a intimidarnos. Los protagonistas se mueven por escenarios en los que el lector ha estado físicamente o ha contemplado en los noticiarios televisivos y, a veces, lo que se nos presenta podríamos verlo esta misma noche desde el salón de nuestra casa o, en el peor de los casos, podríamos vernos envueltos en parecidas situaciones en un futuro próximo. La distopía es ese manto que recorre la literatura y el cine desde ya hace muchos años. Nos acompaña, nos desvela misterios que no queremos saber de nosotros mismos y nos enfrenta al espejo del abismo. En definitiva, nos empuja a aquello que eludimos con la mano derecha, pero que como civilización vamos contribuyendo con la mano izquierda. Lugares oscuros donde el hombre quedará institucionalizado formando parte de una eterna cadena de montaje bajo el control de los mismos de siempre: los poderosos.

El terrorismo, los movimientos radicales, los grupos de presión, las oscuras cavernas del poder, las cloacas de los estados, la contaminación, los aspectos más negativos de las últimas vanguardias tecnológicas y, cuanto de sombrío nos ofrece el presente, se nos muestra como amargo aperitivo de lo que vendrá, si no somos capaces de ponerle freno. Unido a lo anterior se nos abre un mundo onírico insondable donde transcurren otras realidades que se entremezclan, y retuercen, buscando su acomodo y conexión con el mundo real; suponiendo que el mundo real merezca esa definición. Nos vendrán a la mente momentos legendarios de películas como Matrix, Origen, El juego de Ender o Minority Report.

En la mano y en el ánimo de un atento lector estará la decisión de tomar esta obra como un mero y muy ameno pasatiempo o reflexionar y alabar, o censurar, las claves sociales o sociológicas que lleva implícitas. Casi todos los elementos de un panorama distópico, y de la ciencia ficción convencional, se encuentran inscritos en la obra y, seguramente, su mayor acierto estriba en el convincente tratamiento que se hace de algunos de ellos, especialmente los relativos a los sueños.

Habitualmente la ciencia ficción tiene dos caminos para introducirnos en lo fantástico. En el primero se nos conduce a través de situaciones y elementos con nombres raros y funciones oscuras del tipo: “La cápsula estaba iluminada mediante proyectores de tracoreflex que paraluctaban y activaban a su vez turbopropulsores vectorizados de última generación que, al incidir en los solenoides de carbofluita, permitían sobrepasar la velocidad de la luz”. En estos casos el lector, que no encuentra lógica ni interés en la explicación del proceso, sobrevuela la explicación con rapidez y espera ver el destino de la cápsula para continuar con la historia. El otro camino, que requiere mayor formación y esfuerzo científico del autor, nos lleva por senderos más sólidos y nos permite recrearnos en el proceso convincente que nos explica. Un exponente muy destacado de esta fórmula lo encontramos en el divulgador científico y novelista Isaac Asimov. Curiosamente, 2042 El sueño de Eli, nos ofrece lo que podría ser una tercera vía, a caballo de las dos anteriores, donde el proceso de interacción onírica de los personajes resulta muy atractivo y convincente sin tener, a la altura de la ciencia actual, aparente sostén científico.

El devenir de la lectura y las peripecias de los protagonistas nos harán, en ocasiones, intuir lo que puede desarrollarse con posterioridad dándonos una falsa sensación de omnisciencia que, muchas veces se trunca, deparándonos giros y sorpresas inesperadas. En definitiva una obra que puede leerse de un tirón o dosificarse según el ánimo del lector y el análisis que pretenda hacer de ella y que, en todo caso, recomendamos.


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