-

MI HISTORIA Y ONCE MÁS

MI HISTORIA Y ONCE MÁS

–GUSTARÁ:
A aquellos lectores que les interesa indagar en otras realidades y sensibilidades. A aquellos que buscan un relato natural y real acerca de la vida y del amor hacia la familia. Para aquellos que reflexionan sobre los mecanismos que mueven el corazón de una mujer que realiza un gran sacrificio por sus seres queridos. Todo ello aderezado con notas y reflexiones desde lo más profundo del alma femenina que reivindica el lugar que le corresponde en la sociedad, alejándose de posiciones de trinchera y radicales.

– NO GUSTARÁ:
A aquellos que tienen una ideología de género muy marcada y que no se abren a nuevos relatos desde otra óptica de una feminidad más clarificadora. No interesará a aquellos que abrazan los cánones de lo estadísticamente aceptado por la mayoría, siendo su mantra principal la repetición de los titulares aprendidos de los cabecillas de la policía de la doctrina imperante y, muchas veces, pasajera, que solamente beneficia a ellos mismos.

– LA FRASE:
“Es gracioso ver cómo nos miran a veces por la calle, y nos van contando. A veces ha pasado que se dicen unos a otros <>, y entonces nos paramos en seco a ver quién se ha perdido… A los niños les gusta que les pregunten y les hace gracia el silencio que a veces se hace según pasamos por la playa todos en fila buscando sitio. Ellos tampoco sienten que seamos muchos, pero se saben privilegiados aunque también muchas veces tienen que sacrificar mucho y privarse de muchas cosas por esa razón”.

– RESEÑA:
“Un repaso a la identidad femenina, el matrimonio y la maternidad desde la experiencia vital y el día a día de una madre de 10 hijos”. Si dos palabras pueden definir este libro, son: “Honestidad” y “Naturalidad”. Aquí encontraremos la visión de una mujer, esposa y madre de diez hijos que desde la sencillez y la ausencia de mascaradas, edulcorantes o filtros, nos expone su propia visión de la vida en todos sus aspectos: familiares, sociales, religiosos, políticos y laborales. La sencilla narración marcada por un texto directo, abarcable y entendible por cualquier lector nos acerca a un humanismo sentido y dichoso de una persona que ha hecho de la familia su fuente de alegría y de sentido a su vitalismo personal. Leonor Tamayo pone negro sobre blanco su día a día, sin tapujos ni autocensura alguna. En tiempos en los que la ideología de género ha anidado en algunos nichos de mercado con toda su fanfarria y fuegos artificiales, la autora nos propone otros caminos, otras vías de tránsito para entender el rol femenino. Sus justificaciones tendrán el recorrido que el lector quiera entender, reflexionar y, en libertad, tomar como alternativas perfectamente válidas al orwelliano pensamiento único que numerosos “lobbies” o “grupos de presión” tratan de imponer, no solamente en el campo de la familia y de la feminidad, sino en espacios mucho más amplios. Sus finalidades, como siempre, bajo la excusa de la libertad y la igualdad, esconden intereses mucho más mundanos, como el poder, la ideología excluyente, las subvenciones institucionales o el propio enriquecimiento de aquellos que se arrogan el poder de las decisiones éticas y morales de sus semejantes. Imposiciones valorativas que a lo único que llevan es al empobrecimiento de una sociedad, a la estigmatización de una minoría y a la creación de tribunales populares callejeros y tuiteros. El Ministerio de la Verdad de la novela 1984 tristemente está elevando sus muros alrededor de nosotros y muchos no se dan cuenta de que en breve acabarán encerrados entre ellos. Y allí, el credo que se manifiesta es unidireccional, sin fisuras ni disidencias. Pensar diferente ofende. Entre toda esta maraña estentórea Leonor Tamayo expone sus cartas sobre la mesa y enciende una vela para contarnos un cuento al abrigo de la noche, un cuento diferente, necesario y esperanzador acerca de su batalla diaria.

Valga la famosa anécdota que en mayor o menor medida todos hemos pasado por ella para explicar la valentía tranquila de la autora: La del negro en el autobús. De pequeños en algún momento, de mano de nuestros padres, hemos visto a la primera persona de una raza diferente a la nuestra, a lo que nuestra inocencia y falta aún de prudencia social nos hizo decir con la característica voz altisonante de niños ¡MAMA ESE SEÑOR ESTÁ PINTADO DE NEGRO!, consecuentemente nuestra madre se sonrojaba y nos decía que bajásemos la voz. Este ejemplo de nuestra cosecha sirve para precisar que Leonor Tamayo no baja la voz, sino que nos explica (y a sus hijos también), el porqué ese señor es negro, normalizando situaciones y creando espacios de comprensión, entendimiento y razonamiento, herramientas básicas de la autora para crear un marco educativo en el que todo tiene una explicación en una visión global, al amparo del paraguas de la familia y de sus valores. Dichos valores son los que en libertad han consensuado los padres y ahí están sus normas, su moral, sus límites y su inaplazable e indelegable amor por sus hijos.

Pero donde se encuentra el gran acierto del presente libro es en el tono cercano de la narración. Leonor Tamayo nos habla de cómo “sobrevive” una familia numerosa o “hiper numerosa”. El orden casero, los desplazamientos, el colegio, las compras y su correspondiente austeridad, la adolescencia, las nuevas tecnologías, las vacaciones, los juegos, las comidas. La organización de una “pequeña tropa” tiene unas exigencias y unos protocolos de los que una familia con pocos hijos o sin ellos carecen. Surgen momentos complicados y otros de gran felicidad como relata la autora. La responsabilidad de sus miembros se consagra como parte fundamental en este articulado. Para que la maquinaria esté bien engrasada y el motor funcione, cada individuo del clan tendrá que saber cuál es el lugar que ocupa y la función que se le pide en el engranaje. Toda esta gran labor de conjunto tiene en las páginas de este libro numerosas anécdotas y, sobre todo, una manera de mirar a la organización familiar desde una óptica que la mayoría del resto de familias ni se imaginan. A lo largo de la historia en España las familias que contaban con muchos miembros eran más habituales, hoy en día, por varios motivos (que la propia autora enumera en el libro) quedan pocas, es por ello el interés que despiertan en los demás. Curiosamente somos los demás los que tendemos una cierta mirada recelosa ante aquello que no encaja con nuestra visión, pero los integrantes de esta familia, lógicamente, no se sienten ni diferentes ni enjuiciados, viven con total naturalidad su situación.

En la parte final del libro, la autora (presidenta de “Profesionales para la ética” y de la “Plataforma internacional Women of the World”) recopila una serie de artículos personales escritos para las asociaciones enumeradas anteriormente y que están muy relacionados con lo narrado en la presente obra. Reflexiones, una vez más, sobre la familia, la feminidad y el papel que desarrolla la mujer en este escenario. Leonor Tamayo comparte con el lector su pensamiento y sus valores sobre una familia que la enriquece cada día y que se retroalimenta del amor que se dan entre todos ellos. Reivindica, a quien la quiera escuchar, una concepción feminista diferente a la que se ha modelado en los últimos tiempos. Pero su reivindicación es transparente, sencilla, paradigmática, en libertad y en conciencia con su personal concepción vital y religiosa. De ahí saca su fuerza y sus ganas de compartirnos su ejemplo. Luego, ya cada cual, que libremente oriente sus pasos hacia el modelo relacional que estime oportuno. Leonor tiene claro cual es el suyo.

“Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre.”
HONORÉ DE BALZAC


Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.