Un viaje lleno de aventuras y descubrimientos, en el que la joven salvaje que apenas sabía nada del mundo se convirtió en leyenda. «No hay más que ver el fuego de esos ojos: esta niña tiene el corazón de una fiera salvaje.» En los albores del año 1000, mientras media humanidad vive entre el hambre y la miseria, la otra media aguarda con temor la llegada del fin del mundo. La joven Micaela y su padre han pasado la vida aislados en el claro de un bosque, escondiéndose de los asesinos que la buscan. La curiosa e indómita niña crece sin conocer nada de lo que ocurre más allá de su bosque. Una mañana se hacen realidad sus temores: en el claro se presenta un hombre tuerto que viene a llevársela, y ella se ve obligada a huir. Inicia así un viaje lleno de peligros por un medievo sometido a la ley del más fuerte, que la conducirá a encontrar el miedo, la traición y la muerte, pero también el amor. Su destino: descubrir la verdad sobre su origen; una verdad que custodia una mítica comunidad de mujeres libres que sobreviven ocultas en un lugar secreto: la Playa de los Hombres de Piedra.
– AUTORA –
Olivia Sterling (Darjeeling, 1980), de padre inglés y madre española, pasó su infancia y adolescencia en distintos lugares del mundo. Tiene estudios de Filosofía, Historia y Antropología. Hace dos años decidió retirarse a escribir a una casa cerca de un acantilado sobre el Atlántico. Allí creó Ferox.
– GUSTARÁ
A los que disfrutan de las novelas de espadas, bosques de leyenda, parajes extraños y singladuras a caballo medievales. A los que no asusta el lenguaje directo y descarnado. A quienes aprecian las situaciones de extrema violencia en consonancia, o no, con su posible coherencia narrativa.
– NO GUSTARÁ
A aquellos que buscan mayor protagonismo de personajes reales en una novela de tintes históricos. A los que prefieren mayor proximidad entre fantasía y verosimilitud. Los que esperan, en cualquier situación, la profundidad psicológica de todos los personajes.
– LA FRASE
«Tomó un raído pedazo de tela y lo extendió en el suelo de la choza. Encima colocó una muda de ropa, la única que tenía; otra para su padre; los cuchillos, la vieja espada rota. Dentro de otra tela metió un odre con agua y la comida que halló en la casa: dos pedazos de pan duro y unas tiras secas de venado. Hizo un hatillo con todo y se lo cargó a la espalda. Al mirarse le oprimió el pecho un sentimiento de desolación: estas eran sus únicas posesiones. No contaba ni con unas botas para enfrentarse al mundo; habría de recorrerlo descalza».
– RESEÑA
La novela, de la que nos ocupamos hoy, nos sitúa a comienzos del segundo cuarto del siglo XI, el llamado siglo de las cruzadas, en pleno apogeo de los reinos de taifas en la península ibérica. Un periodo oscuro y turbulento, pero no más que otros muchos que la humanidad ha padecido. Invasiones, guerras, hambrunas, epidemias y catástrofes mantienen en vilo permanente a las clases más bajas y desfavorecidas de la población, sin hacer muchos distingos entre su ubicación geográfica y su religión. La incultura, la indefensión ante los poderosos, el servilismo y el hambre, conducen a la plebe, con frecuencia, en ocasiones con obligación, al fanatismo religioso. Otras veces, a la superstición pagana y a la brujería. En innumerables casos a la crueldad más abyecta con sus semejantes.
Olivia Sterling nos cuenta la historia de Ferox, una joven intrépida, que puede responder a una variada panoplia de nombres o apodos, que o bien le pertenecen por derecho, o le son adjudicados caprichosamente por sus usos y costumbres, su indumentaria o su armamento. Pueden ser cariñosos u ofensivos según los casos, pero, la mayoría, encierran una parte de verdad. Es de suponer que Micaela, como nombre real, le encaja sin nada que adjetivar, con adecuada precisión. Micaela es dramática y brutalmente obligada, a abandonar el reducido territorio, donde su padre la mantuvo a resguardo de ominosos peligros. La joven emprende un viaje hacia su pasado, en el que espera hallar la razón de su existencia y el añorado origen de su vida. A lo largo de su incierto periplo irá encontrando, o será encontrada, por un extenso catálogo de personajes cuyos instintos, acciones y comportamientos no difieren de los de algunos animales o, cuando lo hacen, quedan mal parados en la comparativa.
La novela, orientada con claridad a la acción trepidante y el entretenimiento, contiene jugosas y entrelazadas reflexiones sobre la condición femenina que, salvando las distancias, serían extrapolables a la actualidad y, con probabilidad, a un horizonte futuro durante un periodo indeterminado. Las localizaciones históricas “geográfico-temporales” y los acontecimientos “bélico-políticos” se tratan con la profundidad justa para que el lector no pierda la perspectiva general del ambiente en que se van moviendo la protagonista y el resto de actores. Da la impresión de que Olivia Sterling no trata de que el lector se sumerja en una época apasionante y multifacética sino de que no quite ojo a las aventuras y desventuras de Micaela. Especialmente, cuando algunos personajes sorprenden por sus peculiares comportamientos que los hacen pasar del lado “oscuro” al lado “luminoso” y viceversa, sin reposados argumentos que (en opinión de algún mafioso de película) “alteran el orden natural de las cosas”. La autora podría haber construido Ferox en el binomio absoluto de “espada y brujería” salvando así algunas circunstancias que solo la “brujería pura” podría hacer más convincentes, más allá de toda la fantasía y licencias literarias que con sueños, desmayos y reflexiones “premortem” se incluyen en la obra.
Lamentablemente para el prestigio de los cristianos “viejos” algunos de estos pueden ser escoria, zafios, criminales y groseros. Aunque también un apuesto capitán árabe que, según “crónicas y leyendas” literarias (propias de Las mil y una noches) podría ser ceremonioso y elegante, aunque taimado además de cruel y ejecutar con limpieza una decapitación. Aunque, tal vez, nunca debería presentarse como un vulgar hortera maltratador. En Ferox se nos presenta todo un viaje iniciático donde la protagonista, a la manera del juego de la Oca, deberá salvar innumerables obstáculos que pondrán en constante peligro su integridad y su vida. El lector deberá acompañar a Micaela más allá de cuatrocientas páginas, para saber si la osada joven alcanza su objetivo final y si el resultado ha merecido la pena para ella y sus acompañantes.