Esta es la historia de tres amigos -Gonzalo, Roberto y Marcos- en la encrucijada de sus vidas, donde se pondrá a prueba su amistad, su lealtad, su futuro y su pasado…en una lucha contra la enfermedad, contra el olvido, contra el engaño y contra la pérdida de identidad. Pero Ley de vida es mucho más que eso: la historia de un hijo que no quiere morir antes que su padre, la de un perro que atiende a la llamada de la naturaleza, la de un marido que quiere mantener viva a su difunta esposa, el relato de un hombre que quiere suicidarse, el de un viudo que busca a la mujer de su vida, el thriller sobre unas cenizas robadas, el encuentro inesperado con la diosa del amor, un artista en busca de su cuadro, un viaje iniciático junto a la muerte, el cuento de dos niños jugando en un tren, un asesinato entre las flores, el relato de un niño con piel de cordero y otro con garras de lobo, de un hijo que pierde a sus padres, y de una hija que los encuentra, la crónica de una vieja fotografía, de un castillo de naipes que se desmorona, la carta póstuma de un padre a su hijo, la historia de un tiburón y cuatro bogavantes que intentan volver al mar…pero sobre todo, la búsqueda de una vida mejor. Sin duda una obra divertida y trágica por partes iguales, controvertida y políticamente incorrecta, profunda y banal, amena y fácil de leer. Una narración inclasificable, a medio camino entre la novela y el relato, que sin duda atrapará al lector desde su inicio, con el magnetismo y el brillo de sus páginas. Todo esto y mucho más… es Ley de vida.
– AUTOR –
Colaboró como crítico literario para la revista Ajoblanco, como crítico d arte para la revista Arena y como articulista en diversos diarios y publicaciones locales. Autor de «La perla negra y otros relatos», publicada simultáneamente por esta misma editorial, nos presenta ahora su primera novela. Pero ya se sabe que a cada lechón le llega su San Martín, así que ahora le toca el turno de ser criticado con la misma dureza que departía, por esta su opera prima… es Ley de vida.
– GUSTARÁ
A los amantes de la experimentación literaria y de los juegos narrativos, pero sin caer en la abstracción superlativa que lo llevaría al absurdo. Será del interés de aquellos lectores que disfrutan con los juegos de enredo sentimental social, los espacios para el drama y los nexos de amistad entre los personajes, rodados desde distintos puntos de vista con avances y retrocesos de cámara.
– NO GUSTARÁ
A los que prefieren las lecturas continuistas, cronológicas, ordenadas y sin sobresaltos en los que no es necesario prestar mucha atención para no perderse en la trama de los acontecimientos. Tampoco interesará a los que huyen de los formatos alternativos a la narrativa clásica.
– LA FRASE
«Estaba algo nervioso. Jamás antes había entrado en una web de contactos, pero Marta había muerto hacía ya más de dos años y tenía que ponerme de nuevo en circulación… era ley de vida».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar Ley de vida de José Luis Pujol. Una aventura y experimento metaliterario que gustará por igual a quienes son lectores de tramas y contenidos sencillos como a aquellos buscadores de nuevas formas de narrar y de divulgar contenidos. Ley de vida es una obra tan particular y alejada del encasillamiento de géneros y formatos que, al menos, el lector no tendrá más remedio que reconocer el esfuerzo del autor por ofrecer un menú diferente, creativo y michelinesco a lo que aparentemente podría haber sido una antología de relatos independientes e inconexos. La vía de la colección la tenía muy fácil. Simplemente con dejar las cosas como estaban, corregir los nombres de los protagonistas y retocar alguna que otra circunstancia, le habría salido un conjunto de relatos más o menos resultón según, gustos, colores y exigencias varias del sesudo lector. Pero no, el autor ha decidido jugar al trampantojo narrativo o al Elige tu propia aventura.
Es práctica habitual de los escritores de relatos que, una vez que han finalizado la escritura de los mismos, dudan del orden en que deben ser publicados. Duda él en soledad, o duda en compañía del editor, en función de quién tenga la últimapalabra sobre la obra y con ello sobre las hipotéticas ganancias en ventas. El escritor suele tener dos métodos (hay muchísimos más): el cronológico; el cual, como su propio nombre indica, permite elaborar el índice en función de la fecha en que se hayan parido los relatos (de más antiguo a más moderno normalmente) y así poder comprobar cuál es la progresión del autor en su lucha con las letras. El otro es el de compensación: el autor, según su criterio solitario y con la ayuda de sus lectores de confianza, elabora un listado en el que situará su mejor relato el primero para elevar el interés del lector y, posteriormente, irá intercalando el resto de relatos según las distintas calidades, para finalizar con alguno que deje buen sabor de boca o recuerdo. Si depende la elección solo del editor, los métodos, a veces, son mucho más complejos. Luego está el método de la baraja, el cual consiste en que se numeran los relatos y, al azar, se sacan las cartas de una baraja y, como dicte la diosa fortuna, así quedan ubicados. No podemos saber elmétodo utilizado por José Luis Pujol, pero sí podemos asegurar que no defraudará a aquellos que disfrutan con lo diferente. Además, homenajeando a la película Origen,tenemos una matrioska central en forma de interludio que se enquista en el relato entre otras capas. Es una forma de acentuar la idea de que son nuevos tiempo para nuevos formatos de narración.
Según las estadísticas, la longitud media de las novelas no hace otra cosa sino que adelgazar. Lejos empiezan a quedar la novela típica de 400/600 páginas (es el mismo adelgazamiento que han sufrido las películas en relación al auge de las series televisivas). En un mundo multitarea, donde mantener la atención en un mismo contenido es cada vez más difícil por el influjo de la digitalización de los contenidos de ocio, los formatos cambian. Se alzan los microcuentos, microrrelatos, antologías, poemarios modernos y «arrítmicos», además de las más cuestionables andanzas de youtubers, triunfitos, tronistas, políticos, polemistas, etc que además, muchos de ellos, utilizan «negros» para que les escriban sus memorias y andanzas. Pero José Luis Pujol ha aunado lo mejor de un relato clásico de enredos sociales y románticos con situaciones rocambolescas y humorísticas, con otras más solemnes y sentimentales (pero no almibaradas). El autor mide muy bien los tiempos y no deja nada al azar. El único azar es el de sus personajes que se enredan en mil batallas, desde la pasión del catre, hasta la lucha en la camilla del centro hospitalario. Pero, sobre todo, Ley de vida habla de los mecanismos deterministas que hacen del mantra cotidiano de: «eso tenía que pasar, es Ley de vida» una filosofía fatalista en la que nuestras decisiones ya han sido consensuadas por el sumo marionetista y de cuyas acciones ninguno somos ajenos, ya que la escapatoria es una mera ensoñación de espejismo desértico. Y en el centro de toda esta ciclogénesis explosiva se encuentra la camaradería de tres amigos que cruzan sus caminos, sus anhelos, deseos, secretos y destinos en un cóctel de difícil conciliación y de final incierto.
Ley de vida se articula entorno a la cotidianidad de las idas y las venidas de toda relación de amistad y de pareja, esto unido a la original puesta en escena con capítulos que no siguen un orden cronológico y que exigen la atención del lector para no perderse (aunque el autor haga lo posible por anotar recordatorios oportunamente), logran un resultado final que se sale de la lectura pasiva. El lector luchará contra su propio recuerdo narrativo para saber en dónde se encuentra. Hay que recordar que este ejercicio de funambulismo narrativo sin red de seguridad es el mayor riesgo que corre un autor, y que la mayoría tratan de evitar. Todo compositor cultural se obliga a cumplir la primera premisa del arte en cada obra: el contexto. El miedo a si el lector o espectador de la obra se sentirá perdido al no poder englobar lo que está viendo con sus expectativas y sus propios conocimientos. Y lo peor de todo, ¡el apocalipsis!: perder al lector para siempre. Aquellos que como José Luis Pujol, que invierten tiempo y recursos personales en aventurarse en tierras pantanosas en las que se le pide un esfuerzo al lector para que le siga hasta el final de su concepción novelada, lo primero que hay que hacer es reconocerles la valentía de arriesgarse a la incomprensión o a la desidia. Más si cabe en momentos donde las obras culturales cada vez más caen en un caldo de clichés para mantener cómodo al espectador. Solo aquellos que han llegado a la cima se permiten volar libres como Martin Scorsese filmando El irlandés con una duración de tres horas y media de puro goce. El oficio se pierde y las nuevas generaciones exigen contenidos fáciles de digerir y confortables de evacuar. José Luis Pujol atraviesa el abismo con la firme convicción de que pudiera ser incomprendido o desechado en el lineal físico o digital de la librería de turno. Pero la creatividad es así: furiosa, caprichosa, violenta… y cuando pugna por salir no se le pueden poner barreras. Quien se las pone están cercenando y traicionando a su musa y amoldándose a los tiempos que corran en cada momento de lo políticamente correcto o de lo mediáticamente consumible.
Ley de vida toca aquí y allí temas universales, pero desde la cámara al hombro de la playa de Omaha, donde todo lo que salpica lo hace con un realismo ausente de moralismos y convencionalismos. Lo que ocurre cuando se apagan los focos de los realities y los concursantes llegan a su casa con el pelo engominado ya zarrapastroso y tienen que cenar en solitario algo congelado y precocinado. Ahí, donde la verdad llama a la puerta se encuentra esta obra que, hablando de todo un poco, identifica punzantemente el ADN de los sentimientos primigenios que se cuelan en los daguerrotipos de las cajas de fotografías de los desvanes decimonónicos y que, cuando salen, asaltan de nostalgia a aquel que pensaba que su vida era rutinaria e insulsa. Si el lector ha sido constante y atento verá a los que le rodean con otros ojos. Es ley de vida.