Gaspard Chevallier

RESEÑA: CUÉNTAME CÓMO SON LOS FRANCESES – GASPARD CHEVALLIER – AUTOPUBLICACIÓN, 2021.

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TÍTULO: CUÉNTAME CÓMO SON LOS FRANCESES.
(ENSAYO SOCIOHISTÓRICO HUMORÍSTICO PARA ENTENDER MEJOR AL PUEBLO GALO)
AUTOR: GASPARD CHEVALLIER – INSTAGRAMFACEBOOKLINKEDINYOUTUBE
EDITORIAL: AUTOPUBLICACIÓN, 2021.
PÁGINAS: 172.
¿DÓNDE COMPRARLO?:  AQUÍ

 – SINOPSIS –

Porque son capaces de inventar el cine, el automóvil  o la radioactividad, pero también el sujetador, el croque-monsieur, el cubo de basura y las dentaduras postizas. Porque es un país visto como la tierra del amor y voulez-vous coucher avec moi? son las palabras más pronunciadas por los extranjeros. Porque los franceses ponen en el mismo pedestal a Napoleón, Luis XIV y al general De Gaulle, pero también a Johnny Hallyday, Zinédine Zidane o Jacques-Yves Cousteau. Porque en Francia nos gusta rebelarnos contra todo: el sistema, el Gobierno, nuestro empleador… e incluso llegamos a hacer una huelga preventiva contra una ley que aún no existía. Porque somos un pueblo cuyos artistas transformaron un retrete en una obra de arte, construyeron una pirámide de vidrio frente a un edificio renacentista o rozaron el cielo de su capital con una torre de acero. Le llevo a una excursión virtual dentro de las fronteras de Francia para verificar sus clichés y estereotipos. Le propongo una reflexión global sobre el estilo de vida francés, tan singular, atípico y sorprendente. Le transporto al corazón de un galo expatriado que ama a su país tan profundamente como lo chincha.

– AUTOR –

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Nacido en Marsella en 1971, Gaspard Chevallier vivió y trabajó en dieciséis países como periodista antes de establecerse en España, donde reside actualmente.

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A todos los que les interese indagar en la idiosincrasia del país vecino para entenderlo mejor y, por analogía, conocer algunas de sus características que han llegado hasta nuestro país para quedarse. Será del interés no ya solo de los amantes de la cultura gala, sino de los que les gusta aprender mediante el humor, la autocrítica, la acidez y los asuntos mínimos en lugar de los grandes lugares comunes. Será también para todos aquellos que disfrutan de las obras que se salen de la normalidad estadística en su contenido.

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Por lógica, a aquellos que no tengan interés en los asuntos de nuestro país vecino. A los sí interesados, puede que se les quede algo corto o escaso el contenido de la presente obra ya que el autor, a sabiendas, no profundiza en los temas tratados; eso se lo deja a los manuales de historia al uso. Por supuesto, los que no vean las circunstancias y la lógica interna de los diferentes países con cierta nota de humor y gamberrismo quedarán algo defraudados e incluso heridos en su patriótico orgullo.

– LA FRASE vintage-1751222__340.png

«Yo pertenezco a una generación cuyos padres vivieron la II Guerra Mundial. Mis abuelos maternos se casaron en 1939 y unos meses después mi abuelo fue tomado prisionero y no conoció a su hija (mi madre) hasta que se firmó el armisticio, cinco años después de su nacimiento. Nuestra casa familiar, cerca de Aviñón, fue requisada durante un tiempo. Mi abuela solía decirme que por la noche abría las válvulas del agua del sótano donde dormían los soldados de ocupación y, cada mañana, estos se quejaban a sus jefes por unas extrañas fugas ocurridas durante la noche. Otra forma de resistir».

– RESEÑAletter-576242__340.png

Situacion-aldea-Asterix-dentro-Galia_1171693312_72528860_667x375Hoy traemos para reseñar: Cuéntame cómo son los franceses, que en palabras de su autor es: «un ensayo sociohistórico humorístico para entender mejor al pueblo galo» (los irreductibles galos que crearon los geniales Uderzo y Goscinny). Estos «numantinos» guerreros no solamente hacen frente al Imperio romano, sino que nos han dejado (y actualmente nos siguen acompañando en las manos de Jean-Yves Ferri y Didier Conrad) escenas cotidianas, tradiciones e imágenes del propio folclore francés; lo mismo que reivindica, expone y explica Gaspard Chevallier en la presente obra. Volúmenes clásicos como: La vuelta a la Galia, El combate de los jefes o Astérix legionario, hacen honor a la idiosincrasia francesa. También, sus numerosas peripecias alrededor de todo el mundo esbozan muy bien su pasado imperialista. Astérix y Obélix viajan a través de numerosos acontecimientos históricos para darnos su personal punto de vista sobre las cuestiones que van encontrando y solventando, pero siempre con humor. Con ese tono socarrón y humorístico, pero que no desdeña un poso de conocimiento y verdad, nos enfrentamos a esta curiosa obra de Gaspard Chevallier.
france-63022_1280-1Y es que Francia es, entre otras hazañas, el país más visitado del mundo año tras año. En el imaginario colectivo estadounidense es la cuna de Europa (muchos desconocen que en Grecia e Italia está la cuna clásica del pensamiento europeo, pero eso ya es otra historia). Para el ciudadano estadounidense, Francia es el origen de su libertad y de la lucha contra el Imperio inglés que les constreñía y les asfixiaba a leyes e impuestos. Sea como fuere, Francia se ha quedado como referente de «Liberté, egalité, fraternité», y con este lema tan potente han llegado hasta nuestros días ante el cariño, el odio y el recelo de sus vecinos. Entre cuentas pendientes y lazos de unión con los países de su entorno y fronterizos han logrado granjearse un puesto de referencia en el mundo. Su posición geográfica y estratégica en el centro de Europa le ha ocasionado que haya tenido que vérselas con muchas potencias históricas: españoles, ingleses, germanos, etc. Entre grandes victorias y sonoras derrotas se ha articulado un país que muchos podemos conocer superficial y tangencialmente, pero que, con esta obra, su autor procura acercarnos a sus datos más relevantes siempre con un tono que permite la reflexión, nunca el aburrimiento académico y sí una aproximación desde el interés y la autocrítica.
618f5d42634d992357423deee07f4ffb-400x375fernandoviiCuéntame cómo son los franceses toca muchos campos de la historia, las tradiciones, las costumbres, la música, el arte, la sociología, la gastronomía, la moda, la literatura… Suficientes para que cada lector encuentre su punto de interés en alguna de sus ramificaciones. El autor utiliza un lenguaje y formato dinámico en beneficio del interés lector. Los capítulos cortos y, en ocasiones anárquicos en su contenido, sirven para mantener la agilidad. Se sirve de la alternancia entre la introducción del dato y el concepto histórico y ensayístico, pero mezclándolo con la anécdota y el chascarrillo. El entretenimiento está asegurado. Pero se preguntarán algunos, ¿qué interés puede tener una obra escrita en español dedicada al pueblo francés? Suponemos que para muchos, ninguna (se tratará de aquellos que ponen sus intereses únicamente en asunto iberos). Aunque incluso estos, si hacen un acto de fe, se encontrarán con que en la presente obra hay un vasto recorrido que afecta a asuntos patrios, tanto en nuestra relación de amor/odio con los «gabachos», como con las costumbres y cultura que en nuestro país han desplegado desde tiempos en los que ser un «afrancesado» era un término peyorativo hasta una actualidad donde en el imaginario colectivo (y en el de los anuncios de perfumes, de alta costura y de Prêt-à-porter) tener gustos franceses sigue siendo sinónimo de elegancia en el vestir, en las formas, en los protocolos, en la comida, etc. Y es que hay muchas Francias entreveradas en tierras españolas que ponen de manifiesto la relación entre ambas naciones más allá de los asuntos puramente históricos y políticos. Por supuesto, tampoco evita el autor los problemas intrínsecos a su sociedad: la recesión económica, la violencia de los suburbios, la corrupción política, la cuestión de la inmigración, etc.
1998-Destruction-ArmaggedonEntre nuestros lectores (y potenciales de Gaspard Chevallier) seguro que hay heterogéneos gustos e intereses por digamos: Ratatouille, Moulin Rouge, El Tour de Francia, Channel, Jacques Tati, Jean Michel Jarre, Marcel Marceu, la impecable producción británico-francesa El día del chacal, basada en la novela homónima de Frederick Forsyth en la que hay mucha Francia que ver (el 1,96 de De Gaulle incluido), Louis de Funès, el Champagne, a Robert Langdon escudriñando pistas y acertijos hasta el mismísimo Louvre, Platini, Zidane o, incluso, el París Saint-Germain. Y, por supuesto, en el centro del todo, la torre Eiffel, que el cine se ha empeñado en que pueda verse desde todos los balcones de París con el beneplácito de los hosteleros que cuelgan sus fotos en Booking intentando hacer lo mismo (No Eiffel. No party). La construcción que estaba llamada a sorprender por su ingeniería arquitectónica, pero de finalidad efímera, se ha colocado como pieza fundamental de la iconografía europea al nivel (o superando) al Partenón griego, al Coliseo romano, al Big Ben londinense, o a la puerta de Brandeburgo berlinesa. Es posible, aunque nos pese, que en el imaginario colectivo mundial esté bastante por encima de la Sagrada Familia de Barcelona, la Alhambra de Granada o la Mezquita de Córdoba. Y no solo la torre Eiffel ha sido sinónimo de besos y arrumacos de enamorados a lo Rodín; también ha sido secuestrada en Superman II, objeto de un asesinato y persecución posterior en Panorama para matar de 007, destruida en Armaggedon, o asolada por una pandemia vírica en 28 semanas después. 
También apuntar que la propia estructura de la presente obra permite una lectura alterna de los capítulos que más interesen al lector o bien puede abordarse de la manera lineal tradicional (la preferible). Tampoco es una obra exigente ni que obligue a una lectura fluida para no caer en olvidos narrativos. Cuéntame cómo son los franceses se amolda muy bien a aquellos que no tienen mucho tiempo para leer o a aquellos que las circunstancias les obligan a leer a saltos. La presente obra toca tantos palos que es imposible que el lector no sienta cercanía por algunos de los contenidos que aquí se narran, desde los más formales a los más mundanos (patatas fritas incluidas).
La capital no ardió en agosto de 1944 como estaba previsto. Si pudo con aquello es que está predestinada a que siempre nos siga quedando París.

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