RESEÑA: CUARENTA ESTACIONES – J. LUIS PASTRANA – EDITORIAL CÍRCULO ROJO, 2021.

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OBRA: CUARENTA ESTACIONES.
AUTOR: JOSE LUIS PASTRANA – TWITTER
EDITORIAL: CÍRCULO ROJO, 2021 – WEB
PÁGINAS: 321.
¿DÓNDE COMPRARLO?: AQUÍ

 – SINOPSIS –

Terminados sus estudios de Ingeniería, el narrador se zambulle en el mundo del trabajo. Comienza su singladura en una centenaria empresa del sector cerámico, modesta pero bien organizada. En plena actividad en la fábrica de cerámica, y con proyectos importantes en curso, el grupo de empresas para el que trabaja lo destina a una factoría de vidrio recién adquirida, en la que se están produciendo todo tipo de problemas. Satisfecho su periodo en el sector del vidrio, es llamado al de la transformación metálica, donde continúa su formación sin fin. Cuarenta estaciones narra el día a día de las fábricas de cerámica, vidrio y transformación de metales, visto desde los ojos de un ingeniero «recién» titulado. Conceptos técnicos y experiencias humanas se trenzan en un todo apasionante, imposible de olvidar.

– AUTOR –

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J. Luis Pastrana nace en Asturias, en la Cuenca Minera del Nalón, en 1962, en el seno de una familia tradicional de clase media. En 1988 finaliza sus estudios de Ingeniería Industrial y, desde entonces, ejerce ininterrumpidamente tal profesión. Aficionado desde siempre a la lectura y la escritura, aprovecha las circunstancias adversas del confinamiento y las regulaciones temporales de empleo por la covid-19 para iniciar su singladura literaria, narrando las peripecias del ingeniero sin nombre en su bilogía de intriga industrial, compuesta por las novelas Cuarenta estaciones y Fin de trayecto. Posteriormente, en la CdC —Colección detective Calleja—, da vida a la irrepetible Agencia de Investigación Marbella. Fuegos fatuos, la tercera entrega de la serie dedicada al detective Calleja, es su quinta novela, precedida de las ya citadas Cuarenta estaciones y Fin de trayecto, y de Nuevos horizontes y Los miradores verdes, las cuatro publicadas también por el Grupo Editorial Círculo Rojo.

GUSTARÁarrow-145786__340

A los lectores de la órbita industrial y fabril, de cualquier estatus laboral. Pero no solo a ellos. La presente novela gustará a todo lector de historias con un poso de realidad y costumbrismo. Es para todos aquellos que se dejan seducir por las aventuras del día a día y que no necesitan tocar la épica para hacer sus lecturas imprescindibles e interesantes. Cuarenta estaciones habla de la condición humana, de sus interacciones y de cómo el empeño de muchos, aun con los palos en las ruedas de otros tantos, es capaz de crear algo grande.

NO GUSTARÁ arrow-145782__340.png 

A los lectores que necesitan altas dosis de circunstancias raudas y febriles en las narraciones que consumen para que la lectura les sea ágil y amena. Tampoco será para todos aquellos que denuestan la novela contemporánea en la que dicen «que no pasa nada» como excusa para introducirse en ficciones más fantásticas y cinematográficas. Cuarenta estaciones tiene naturaleza de proximidad y realidad palpable y eso, para algunos, será insuficiente.

– LA FRASE vintage-1751222__340.png

«Al fin oí gritos, y los vi cerca de los ventiladores de combustión, peleando a brazo partido en uno de sus cuadros eléctricos. Me acerqué y por un momento sentí pánico: mientras el oficial mecánico sostenía un manoseado esquema que iluminaba con una linterna sujeta entre sus dientes, el eléctrico escarbaba en las entrañas de aquel cuadro, mil veces reparado y modificado, buscando desesperadamente tensión con el polímetro; los dos chapoteaban en varios centímetros de agua».

– RESEÑAletter-576242__340.png

descarga-1Hoy traemos para reseñar: Cuarenta estaciones, de Jose Luis Pastrana. Todo un camino de aprendizaje desde la teoría universitaria al salto al abismo empresarial. De la teoría de los libros, exámenes y ejemplos imaginados, a la trinchera del día a día. Un cambio abrupto que, tradicionalmente, en España no se ha cuidado como en otros países de nuestro entorno mediante prácticas laborales y contratos a tal efecto para que el aterrizaje sea más sosegado. Y es que cuando se pasa de las aulas a la jauría laboral nadie te prepara para lo que allí acontecerá. En los libros no explican las mil y una casuísticas a las que el joven y preparado recién licenciado se va a enfrentar. Una cosa es trabajar con máquinas, productos, herramientas, procesos, etc., y otra, muy distinta, hacerlo con compañeros de trabajo. Esto hace que todo tome una dimensión diferente. Ya no es suficiente con hacer bien tu trabajo, sino que debes abordarlo bajo el paraguas corporativo, con su metodología, sus manías y sus costumbres arraigadas en un sector que se resiste al cambio. Pero los jóvenes lo que siempre traen es cambio e ilusión, algo que ya gastaron hace tiempo los empleados que pasean su semblante por el cementerio de elefantes contando los días para la jubilación. La transformación de un estudiante de grado superior en un profesional “de provecho” suele ser, en España, un milagro. Hasta donde recordamos los estudios técnicos universitarios, aparte de unas bases genéricas y teóricas, poco tienen que ver con las necesidades cotidianas y reales del mundo de la empresa. Pero, poco a poco, tejiendo aquellos filamentos sutiles, pero persistentes, a manera de trama, con la urdimbre que proporciona la experiencia, se va formando el capullo del que surgirá, renovado, un profesional capaz de afrontar los retos que acechan en cada proyecto.
personas-que-trabajan-linea-produccion-transportador_277904-2610En Cuarenta estaciones, Jose Luis Pastrana nos propone escudriñar las andanzas de un ingeniero en su primer periplo profesional y en los inmediatamente posteriores. Una obra basada en realidades y vivencias noveladas para disfrute de un amplio abanico de lectores. Y no, no hay que saber del tema concreto que relata el autor para sacarle todo el jugo a la presente lectura. Con haber tenido cualquier experiencia laboral es suficiente para hacerse una idea aproximada de lo que el autor nos quiere trasladar. Y es que en demasiadas ocasiones la realidad supera a la ficción. Esta es una de las razones por las que ciertas anécdotas relacionadas con el puesto de trabajo son siempre recurrentes en las conversaciones entre familiares y amigos. Mientras desde el departamento de marketing y de relaciones públicas se afanan para mostrar la mejor cara hacia los clientes (el corporativismo y la imagen empresarial son pilares irrenunciables del ideario interno), desde dentro, en ocasiones, bulle un volcán con ganas de explotar. Al tiempo que recursos (in)humanos hace lo posible para que no se rompan las costuras y el maltrecho casco no haga aguas y se vaya a pique, un numeroso cúmulo de situaciones y circunstancias se abre paso en cada empresa con riesgo de hacerla implosionar. Y es que no siempre el fracaso empresarial obedece a los rigores del mercado. A veces, simplemente, se rompe, como el amor de tanto usarlo. Hay trabajadores y jefes que más allá de centrarse en lo suyo no les importa ver arder el mundo e inmolarse con él.
613700402_209317758_1706x960El autor con su prosa suelta, directa y atractiva proporciona una visión panorámica de los entresijos y el ambiente cotidiano en el que se mueven multitud de técnicos, operarios y directivos que contribuyen, con su labor diaria, al mantenimiento y a la rentabilidad comercial de muchas empresas que, en su conjunto final, conforman el producto interior bruto de un país. Ese traído y llevado PIB, ignorado por tantos, influye en la realidad de todos y resulta, cuanto menos, merecedor de alguna atención. Cuarenta estaciones gana por goleada en su puesta en escena natural y costumbrista. El lector acompañará a sus personajes desde la tranquilidad de la narración, alejada de la ansiedad del thriller, pero sin caer en la apatía o la desgana, ya que el destino de los personajes que explora el autor es digno de seguirse de cerca. Es el mismo interés que se puede tener con el destino de los personajes de las series televisivas Camera café y The office, o de las películas Los lunes al sol y El buen patrón. La identificación con alguno de ellos es la baza cuando la cámara o el escritor se introduce en los sucesos y conversaciones casuales que ocurren en toda empresa. 
5faa5b34503a0No es extraño que un escritor realice un extenso ejercicio de documentación para abordar cualquier tipo de obra. Desde una simple consulta hasta un nivel de detalle casi enfermizo para ofrecer al lector escenas y descripciones inmersivas en aras de colorear el relato y darle brillo. Pero un asunto es colorear y otra vivirlo en las propias carnes. El olor de la guerra, la heroicidad del parto, el sufrimiento de una enfermedad, la victoria en una prueba deportiva, el sabor de un plato único o la observación de la tierra desde la estación espacial internacional son unos simples ejemplos de que hay escenas que solo en primera persona contienen toda la intensidad narrativa y pierden poco por el camino. De esta manera es como nos sirve esta obra Jose Luis Pastrana, desde el púlpito de la experiencia de aquel que ha pisado trinchera y se ha comido muchas guardias en el frente de batalla. Solo así es posible dar forma a esta tragicomedia laboral contemporánea. La voz del narrador es una voz firme, consecuente, informada y experimentada. La lectura suena a hechos probados y productos testados con todas las normas de calidad vigentes. Cuarenta estaciones es un ser invisible que recorre despachos, máquinas de café, comedor de empleados, parkings, almacenes, talleres y líneas de montaje para escuchar el tono, el mensaje y el clima que se respira en la empresa. Así consigue darle naturalidad y dinamismo a cada escena. Es imposible que el lector no se vea asaltado por un golpe de realidad e identificación en alguno de sus pasajes.
En todo caso, la novela de J. Luis Pastrana refleja los valores creativos y la producción en el ámbito laboral y, lejos de pontificar sobre ellos, los muestra como una sucesión de interesantes “aventuras” que atrapan la atención y el interés de los más alejados a este mundillo. Seguro que algunos poetas, músicos u otros artistas, solo sensibles a las musas, se sentirán cautivados por el universo que encierran los talleres y las fábricas. Introducirse en un mundo que muchos lectores desconocerán es de un enorme atractivo. Y todo ello con un tono narrativo perfectamente asequible para aquellos que no sean especialistas en las materias que propone el autor. No es necesario. Cuarenta estaciones no tiene un discurso técnico y complejo. La obra habla de la condición humana de los trabajadores, de sus sueños, metas, pesadumbres, éxitos, incomodidades, vanidades, orgullos y camaradería.

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