«Escúchame, hereje. En el fondo es todo más simple de lo que parece: nosotros defendemos la Verdad y el Bien. Si tú no eres de los nuestros es que defiendes la Mentira y el Mal, por lo tanto eres una enemiga y mereces ser purgada. ¿Lo ves, qué fácil? No hay nada que discutir.»
Año 2089. Estamos en una Barcelona que forma parte de una Unión Europea superpoblada y regida por la teocracia del azraelismo, una ciberreligión creada recientemente y basada en el Antiguo Testamento y el Marxismo-Maoísmo. Calles vigiladas por los Guardianes de la Virtud, mujeres relegadas al ámbito privado y un paisaje dominado por la violencia, el terrorismo y la inseguridad extrema… Gabriel es un adolescente que se queda huérfano en una de las primeras purgas azraelitas y, a medida que la Tercera Guerra Mundial estalla y va desplegándose por todo el orbe, tiene que ir refugiándose y cambiándose de escondite con su amiga Gala, ciudadana de un área residencial protegida. Humanofobia ha quedado como primera finalista y ha recibido el primer accésit del Premio Isaac Asimov de Ciencia Ficción 2019, en palabras del jurado, por su «excelente calidad literaria».
– AUTOR –
Nací en Reus, estudié primaria y secundaria en centros públicos. He estado viviendo unos años por Barcelona y residiendo unos meses en Coventry (Reino Unido) y Viena (Austria). Actualmente vivo en Salou. Desde niño me apasiona la lectura. Mi padre contaba con una buena biblioteca de obras clásicas que no he parado de leer desde entonces. Empecé a escribir de adolescente; pero curiosamente, cuando inicié mis estudios de Filología Hispánica y Anglo-germánica, dedicados precisamente a la Lengua y a la Literatura, se esfumó mi vocación literaria. No regresó hasta quince años después, cuando aprobé las oposiciones de secundaria. Desde entonces dedico mis veranos a escribir novelas. Tardo unos tres o cuatro en terminar una de ellas. Me es imposible hacerlo mientras trabajo, cuando escribo entro a menudo en una especie de trance y me quedo a medio camino entre los dos mundos, el ficticio que estoy creando y el real. He dado clases de muchas cosas: latín, francés, alemán, inglés y actualmente, lengua y literatura españolas y literatura universal. Todas mis obras se basan mayoritariamente en las lecturas de literatura universal que explico a mis alumnos. Hay autores de todas las épocas, todos los países y todas las razas, y eso es precisamente lo que me gusta de ella, que no se ciñe a los colores de una bandera. Vivo en pareja y tengo un hijo. Aparte de la literatura, otros gustos que tengo son escuchar música (en especial música rock, de todos los estilos imaginables) y viajar a mi bola, perderme por sitios a los que difícilmente accede el turismo masivo.
– GUSTARÁ
A los amantes de la ciencia ficción, no tanto por la complejidad en su apartado narrativo, si no en su exposición de motivos y en el escenario elegido por el autor. Será del interés de todos aquellos que gustan de la aventura y las correrías pero que no les es suficiente para disfrutar a fondo con la lectura, sino que quieren más y por ello escarban en las opciones que tenemos como sociedad que llega a un punto presente de colisión política, social y medioambiental. Joel Santamaría suma sus inquietudes y las comparte con los lectores asiduos a un género que debería crecer por estos derroteros y no por otros más pisados (aunque muy de moda en el presente).
– NO GUSTARÁ
A los lectores que prefieren lecturas ligeras, sencillas en la narración y manejables en las descripciones. La presente novela tiene más de desesperanza que de supervivencia y más de impotencia que de frenesí cinematográfico. El lector acostumbrado a historias que no hurguen en la herida de nuestro imperfecto mundo de rumbo renqueante y fatigado quedarán algo defraudados.
– LA FRASE
«Opinaba Saúl que la libertad sexual de los residentes, sus continuos líos sentimentales, no eran en realidad más que síntomas de un tremendo autismo, de una incapacidad manifiesta para aguantar a otra persona viviendo bajo el mismo techo durante más de medio año seguido. Le solía decir también a su hijo que el entusiasmo con el que a veces se enredaban con los foráneos para eventuales aventuras amorosas se trataba en realidad de una farsa, pues al valorar a alguien, lo que más pesaba era su vivienda habitual».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar: Humanofobia, de Joel Santamaría. Distopía con trazas de ciencia ficción postapocalíptica y urbana. No tenemos que irnos a paisajes de ficción como el Panem de los Juegos del hambre, la Negociudad de Mad Max o los atoles dispersos de Waterworld. Ni siquiera al Nueva York de Soy Leyenda, al Londres de 28 semanas después, al París de La noche devora el mundo o al Madrid de Apocalipsis Z de Manel Loureiro. Estamos en la Barcelona de 2089, en la que, tras diferentes conflictos internacionales, el orden establecido y conocido por todos en la actualidad ha volado por los aires. El equilibrio democrático se ha tornado en una especie de chavismo venezolano donde, bajo una apariencia democrática, un orden supragubernamental dirige los designios de todos los ciudadanos mediante el férreo control de los medios de comunicación, de producción y de educación. Todo sucede mientras una pequeña élite vive a cuerpo de rey protegida por el ejército y deriva grandes fortunas a bancos foráneos para el hipotético momento en el que tuvieran que salir por patas. Al mismo tiempo, las milicias campan armadas hasta los dientes por las calles imponiendo sus juicios sumarios a los disidentes del régimen. La teoría es el imperio de las urnas, pero la práctica es que los resultados de las elecciones están viciados de raíz. En Humanofobia encontramos claros ejemplos en nuestro presente, así como toda una explicación estructural y arquitectónica que expone los cimientos de esta nueva sociedad que nace de las cenizas de la anterior. Una cohabitante mezcla de maoísmomarxismo con el fundamentalismo religioso del Antiguo Testamento bíblico hace crecer a una nueva fuerza. Cuando la civilización llega al punto de no retorno del caos, irremediable siempre salen los supuestos salvadores que son aupados por el gentío muerto de hambre. Son jaleados para que restablezcan el orden sobre la corrupción que les ha quitado el pan de sus hijos. Ellos se izan al poder para, a continuación, aplastar a sus propios correligionarios con interminables purgas internas. Jacobinos, bolcheviques, Camisas negras, Despotismo ilustrado, Jemeres Rojos, SS, Hutus, Sendero luminoso… Innumerables purgas a lo largo de la historia han creado órdenes dictatoriales y monstruos en sus tronos. De ahí el interés sociológico y literario de estos modelos políticos. No son pocos los investigadores y estudiosos que piensan que vamos, irremediablemente, hacia regímenes totalitarios y plenamente controladores de la intimidad de sus ciudadanos. Por lo tanto Orwell, entre otros muchos, parece que no iba tan desencaminado.
Del mundo futurista que nos propone Joel Santamaría lo primero que destaca es el desarrollo de sus utópicas propuestas en la ciudad de Barcelona, que la hace reconocible al lector pero con suficientes variaciones para que avance setenta años en el tiempo sin que pierda parte de la esencia contemporánea. Aquellos que transiten a diario por las calles barcelonesas se verán especialmente contagiados del espíritu de este relato de ficción y verán cómo del presente de derechos, esparcimiento y libertades se puede pasar a un escenario aberrante y subyugante. A destacar también en el aspecto social, el espacio que ocupa la mujer que se retrotrae a tiempos medievales, al presente islámico de muchos países árabes o a la también distopía de Margaret Atwood en El cuento de la criada. La influencia bíblica, una vez más, y las reinterpretaciones estrictas del Antiguo Testamento, al igual que en la obra de Atwood, derivan a llevar al universo femenino a la reducción en derechos y función social. El colectivo femenino que destaca e iguala sus derechos en sociedades democráticas avanzadas, a fuerza del sudor de las reivindicaciones y las lágrimas de sus pioneras que se enfrentaron con sus proclamas a las porras de los que quisieron acallarlas, son ahora las más damnificadas cuando las sociedades se enfrentan al traumatismo del apocalipsis o durante el auge de gobiernos con fuertes componentes dictatoriales o de legislación basada en la teocracia. A lo largo de toda la novela el autor nos relata, con puntual cita, la realidad de las mujeres cuando la democracia cae y la ley del más fuerte y el costumbrismo histórico imperan de nuevo. Unas aceptarán su nuevo rol. Si cumplen las reglas podrán continuar con sus vidas con relativa normalidad; mientras tanto, otras se rebelarán y no se doblegarán a la imposición de perder todo lo que les ha costado tanto alcanzar. Como siempre, en estos momentos de opresión, son muy interesantes los personajes femeninos que intentan imponer la «sharia» a sus propias compañeras (recordemos a «las Tías» de El Cuento de la criada que someten, con las estrictas reglas del sistema, a las propias criadas, y a la élite de «las esposas» que desvían la mirada mientras consigan el propósito de ser «madres»). La lucha de intereses y clases supera a la de géneros cuando el orden establecido toca a su fin.
Uno de los puntos fuertes de la novela es la construcción del culto azraelita (término que podría hacer referencia al ángel de la muerte para los judíos y musulmanes, además de un guiño al gato de Gárgamel en Los pitufos del dibujante belga, Peyo). La construcción históricosocial de este culto por parte del autor es muy interesante ya que la define mediante la descripción narrativa y en los propios diálogos de los personajes de tal manera que conforma una idea muy realista de la Barcelona futurista que nos expone. Al contrario de otras obras utópicas, donde las corrientes de pensamiento totalitario se dibujan con clichés, lugares comunes, obviedades y recursos mas que manidos, en el presente caso el autor realiza una inmersión suave y progresiva en la sociedad que ha inventado y que bebe de fuentes presentes para explotar en un futuro descorazonador. Dos referentes nos vienen a la cabeza sobre esta construcción que parte de un pequeño grupúsculo minoritario de adeptos que son vilipendiados por la mayoría hasta que, por distintos motivos, consiguen alzarse, cambiar las reglas y asentarse como la nueva (y única) creencia permitida. Es en ese preciso momento cuando intentarán erradicar cualquier atisbo de disidencia. Valga la película Ágora, Alejandro Amenabar, 2009 y la serie The Leftovers, Damon Lindelof, 2014 como ejemplos de las repercusiones que afloran en una sociedad cuando se cortan las vías de la reflexión personal y se abraza el borreguismo por la presión constante del grupo. Muere entonces la inteligencia y nace la opresión dictatorial, tanto física como psicológica. Nunca se debe subestimar el poder de una secta.
Humanofobia tiene también ese poso de los grandes clásicos de la ciencia ficción donde las vacas sagradas del género se pausaban en las reflexiones y en los diálogos acerca de la sociología y la lógica del desarrollo de la cultura y de la civilización. Así, por ejemplo, en La maquina del tiempo de H.G. Wells es igual de importante la aventura puramente verniana que los diálogos de los amigos del viajero en el tiempo acerca de los movimientos sociales; o del propio protagonista en su crítica a la lucha de clases con el paradigma de los Elois y los Morlocks. También podemos encontrar algo de Rebelión en la granja de George Orwell y su frase inmortal “Todos los animales soniguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Fueron obras escritas en tiempos especialmente revolucionarios. Ahora, al menos en Europa, (donde se desarrolla la presente trama) vivimos en una tensa calma que lleva vigente desde el fin de la segunda guerra mundial. Quizás el futuro, al menos como lo imagina Joel Santamaría, no sea tan prometedor como los anuncios de televisión de bienes de consumo. Solo es cuestión de tiempo averiguarlo.
Debemos comentar, muy a favor de la presente obra, que la estructura formal y el contenido de la misma se aleja de la (a nuestro juicio) excesiva cultura de la ciencia ficción manufacturada (no siempre) para adolescentes. No le restamos ni un ápice de mérito a todas estas propuestas que han llegado muy lejos en su recorrido para sus (nosotros mismos) lectores. Sagas como: Los juegos del hambre, Divergente, El corredor del laberinto, Soy el número 4, etc, han adaptado y rejuvenecido tramas e introducido elementos de género para el público más joven. Si hace años se calificaba como literatura juvenil a 20.000 leguas de viaje submarino (de lectura imprescindible) hoy lo es a la saga del Sinsajo. Y no está de más no olvidarse de los pilares del género, empezando por uno de los mayores humanofóbicos de la historia de la literatura, el capitán Nemo. Pues bien, en la presente novela, el autor ensancha el panorama de la ciencia ficción contemporánea sin buscar un público juvenil (aunque perfectamente adaptable a la presente obra). La complejidad de ciertos elementos y su acercamiento a los temas políticos van más allá del encorsetamiento de las tramas centradas en la pura supervivencia. Son tiempos en los que vamos sobrados de purgas, refritos de Battle royale y Fornite. Los lectores que quieran ir más allá estarán de enhorabuena con Humanofobia.
Por último, comentar que la presente novela guarda un par de ases en la manga. Ni nos queremos acercar a ellos por solo la posibilidad de desvelar algo; preferimos mantenernos en silencio. Disfrútenlo y, sobre todo, háganse al menos la mitad de las preguntas sobre las que el autor reflexiona al final de la obra.