MISCELÁNEA – LUISA VÁZQUEZ – EDITORIAL CUATRO HOJAS, 2019
TÍTULO: MISCELÁNEA.
AUTORA: LUISA VÁZQUEZ – WEB – TWITTER – FACEBOOK
EDITORIAL: CUATRO HOJAS – WEB
PÁGINAS: 141.
¿DÓNDE COMPRARLO?: AQUÍ
– SINOPSIS –
Miscelánea es una colección de 25 relatos unidos por un estilo muy especial de su autora, Luisa Vázquez. Combina ambientaciones oníricas, referencias a grandes clásicos y un trasfondo social muy presente, porque de alguna manera, la ficción es el mejor medio para comprender la realidad. Miscelánea es la primera publicación de la autora; un conjunto de píldoras para evadirse y disfrutar.
– AUTORA –
Soy analista químico de profesión, y como buena representante del área de ciencias, soy metódica y cuadriculada. Siempre pensé que era poco creativa pero, de repente, me quedé sola y tuve una necesidad absoluta de comunicar al mundo mis sentimientos. Un buen día probé a escribir un relato y abrí la puerta a una parte muy profunda que desconocía, la de contadora de historias. A partir de entonces, no he parado.
– GUSTARÁ
A todos aquellos lectores que disfrutan con un buen caldo concentrado de ricos ingredientes de ficciones de lo más variopinto; de la más social y sentimental a la más cruenta y macabra. También disfrutarán con este volumen aquellos amantes de los golpes desprejuiciados y directos al mentón.
– NO GUSTARÁ
A los lectores que prefieren que, entre el despegue y el aterrizaje de una lectura, el vuelo sea transoceánico y no solamente doméstico, para así poder degustar un material más extenso y ramificado. Absténganse también corazones sensibles que evitan pisar los charcos más ponzoñosos.
– LA FRASE 
«Cuando este recibió la noticia se alegró sobremanera. Quería huir, necesitaba alejarse de aquel lugar. Dolía infinitamente el paso de los días, de las horas vacías, huecas, sin ilusión. Sus ojos se secaban de permanecer abiertos, de buscar desesperados, de anhelar el sustento, la energía vital que les daba vida, que los hacía brillar y sonreír. La imagen de su sirena».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar Miscelánea, de Luisa Vázquez. Un conjunto heterogéneo con el que la autora recorre todos los palos de la ficción; de la más social a la más escabrosa. Veinticinco relatos cortos que, partiendo de premisas muy diferentes, llegan a la meta común de la conmoción en el lector. Todo puede ocurrir en el relato corto. Pero no nos equivoquemos, el buen relato corto, pese a no contar con los elementos narrativos de firmes cimientos narrativos y estructuración de personajes de la novela, necesita una mano de cirujano para concretar sus elementos diferenciadores. Es la diferencia entre la anécdota y el chiste: en la primera, hay elementos suficientes para crear la expectación en el espectador; en el segundo, todo el peso del efectismo recae en el cómo se cuenta y en el golpe final. Así también son los microcuentos, microrrelatos o los memes, que en los tiempos que corren están tan de moda. Poder aglutinar en tan poco espacio de tiempo un concepto original, sugerente, atractivo e impactante no es una labor fácil. No en vano el Maestro del suspense dijo: «Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Eso es el suspense – Alfred Hitchcock». A partir de aquí se puede montar toda la parafernalia o fanfarria que se quiera, pero no todos los creadores están capacitados para mantener engrasados los mecanismos de la tensión narrativa. Cierto es, que ya casi todo se ha inventado, pero la seducción por el relato tenso sigue congregando delante de un libro o de una pantalla a millones de aficionados. Esta tensión, como podemos comprobar en la presente obra de Luisa Vázquez, no entiende de encorsetamientos de contenidos, sino que es libre de moverse a su libre albedrío por cada resquicio que encuentra.
Muchos «cuentistas» han consagrado su carrera al relato corto, del que la mayoría de ellos conciben como algo que hay que leerse del tirón. De ahí parte su eficacia. Mientras que una novela va generando una pausada impronta en la mente; el relato corto golpea en la boca del estómago del lector y, cuando este se está recuperando, le vuelve a meter en el cuadrilátero del siguiente relato. Es el mismo ejemplo de la diferencia entre las películas y las series. Las primeras tienen una hora y cuarenta minutos para abrir y cerrar un mundo entero, mientras tanto, las series van calando hondo en la percepción del espectador (de ahí la adicción que generan con las famosas maratones). Sería un flaco favor diferenciar por baremos de dificultad a la novela del relato, además de ser injusto. La misma injusticia que pensar que un médico es mejor que un enfermero, en lugar de aceptar que son profesiones diferentes, cada una de ellas con sus dosis de dificultad intrínseca. Tanto es así, que algunos escritores han conseguido pasar a la historia por sus relatos, incluso antes que por sus obras más extensas: Edgar Allan Poe, Raymond Carver, Franz Kafka, Los hermanos Grimm, Andersen, Perrault, H.P. Lovecraft, James Joyce, Jorge Luis Borges, Ray Bradbury o Ernest Hemingway, son buen ejemplo de ello. El todopoderoso e inmortal «El corazón delator» de Edgar Allan Poe cuenta con apenas seis páginas. Pues bien, esas seis páginas han superado el paso del tiempo con absoluta desenvoltura y han inspirado a varias generaciones.
Nunca desdeñemos el relato corto. Si antes mencionábamos a grandes escritores del género; en el apartado televisivo podemos destacar también series clásicas de culto basadas en la brevedad: Cuentos asombrosos, Historias de la cripta, En los límites de la realidad (The twilight zone) o, la más moderna, Black Mirror. Claro ejemplo de que el género está en plena forma. Por que si algo se le puede exigir a un relato corto, es que exprima el idioma, el tiempo, el espacio y sus recursos propios en un armazón perfectamente cerrado y sellado, con una traca final que pegue duro. Aquí no hay tiempo para circunloquios rocambolescos ni explicaciones sobrantes; aquí se va a al grano con toda la pólvora. El relato debe ir siempre hacia arriba, ya que nadie va a esperar pausas ni tiempos muertos. Luisa Vázquez bebe de muchas fuentes y ha sabido conformar un entramado de cuentos cortos en un ejemplo de notable habilidad de concreción, estilo y sorpresa. De todos esos flashes que se les pasa por la cabeza a los creadores de ficción, la autora ha conseguido llevar bajo su briosa batuta un circo de tres pistas con números exóticos y únicos. Todos ellos vienen acompañados de una breve nota o explicación para aquellos lectores que se preguntan: ¿De dónde saca las ideas para sus historias? Aquí tenemos una dosis muy reconfortante de la naturalidad y sencillez que mana de la pluma del escritor para plasmar sobre el papel sus vivencias, éxitos, fracasos, añoranzas, penas y desencuentros.
Paradojas, moralejas, píldoras de ficción, paradigmas cotidianos. Llámenlo como quieran, pero léanlo. Baltasar Gracián no podía estar equivocado con que si lo bueno es breve, es doblemente bueno.
11 julio, 2019 en 5:48 pm
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7 octubre, 2019 en 1:38 pm
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9 enero, 2020 en 8:00 pm
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