SABOR A TIERRA – JUAN CARLOS BOÍZA LÓPEZ (ACEN EDITORIAL, 2018)
TÍTULO: SABOR A TIERRA
AUTOR: JUAN CARLOS BOÍZA LÓPEZ – WEB – FACEBOOK – TWITTER – INSTAGRAM
EDITORIAL: ACEN EDITORIAL – WEB
PÁGINAS: 301
¿DÓNDE COMPRARLO?: AQUÍ
– SINOPSIS –
Antonio Castro fue apodado el “matacuras” después de asesinar de forma brutal al sacerdote de Hondañedo, al terminar la Guerra Civil española. Ajusticiado y enterrado en una fosa común, junto a dos guerrilleros republicanos, su historia parecía olvidada hasta que su familia decidió luchar por recuperar sus restos setenta años después.
El día antes de la exhumación, los guardiaciviles encargados de la custodia de la fosa son asesinados y el cuerpo del “matacuras” desaparece. La muerte vuelve a las calles de Hondañedo, mientras los crímenes se suceden y el rumor de que el “matacuras” ha vuelto de la tumba se apodera de la localidad. La teniente de la Guardia Civil, Alba Salcedo, perseguida por los errores de su pasado, y Daniel Castro, el nieto del “matacuras”, son los protagonistas de una trama apasionante, en la que muerte, pesadillas y recuerdos de un pasado no vivido se entremezclan.
Una historia donde nada es lo que parece y la verdad se encuentra enterrada bajo un puñado de tierra manchada de sangre…
– AUTOR –
Juan Carlos Boíza López (Madrid, 1969).- Titulado en Ingeniería Técnica de Telecomunicaciones y Técnico en aplicaciones multimedia, ha desarrollado su carrera profesional principalmente en el campo del diseño gráfico lo que compagina con su faceta de escritor. Dirigió el portal de literatura EscritoresLibres.com y es fundador, y director de la revista digital Más Literatura, en la que participó, además como articulista. Ha colaborado en diversas publicaciones digitales entre las que destacan Espectadores.net y Espaciolibros.com entre otros.
Ha publicado la novela “Síndone”, lo que le permitió colaborar en la revista Más Allá con el artículo “¿Es la Sábana Santa el Santo Grial?” y ha sido entrevistado por el periodista Pedro Riba en su programa de radio Luces en la Oscuridad de Punto Radio. Es autor de la novela «El libro de Toth» y dos volúmenes recopilatorios de relatos cortos titulados «Relatos en el límite». Ha participado, también, con diversos relatos en las antologías de cuentos sin ánimo de lucro “Cuentos Solidarios – Los Gestos del Suicida”, “Cuentos Solidarios – La Curiosidad del Gato” y “Cuentos Solidarios – Líneas sin Sombra”. Su última obra es la novela «Sabor a tierra» publicada por Acen Editorial y disponible ya en librerías de toda España.
– GUSTARÁ
A los que conservan la memoria fresca y actualizada para no cometer los mismos errores del pasado (y de todos ellos, el peor, la lucha entre hermanos). Gustará también a los amantes del thriller clásico de personajes en un continuo tira y afloja. Suspense construido con esmero y dedicación que divertirá pero que también hará reflexionar sobre el encuadre bélico del pasado, latente en nuestro presente.
– NO GUSTARÁ
A los aficionados a las novelas ausentes de momentos escabrosos y sanguinolentos, así como a todos aquellos que ven los hechos históricos parapetados en las trincheras pintadas de su color y que no se dejan desviar ni un ápice de su acondicionamiento, muchas veces, adoctrinado. Tampoco será del gusto de aquellos que necesitan una mayor profundidad en escenarios, personajes y arquitectura narrativa.
– LA FRASE 
«Las llamo pesadillas, pero en realidad las vivo más como si fuesen recuerdos. Son sueños increíblemente vívidos y realistas en que me veo como si fuese mi abuelo. Experimento todos y cada uno de sus sentimientos, como si fuesen los míos propios. He visto como me detenían, acusaban y torturaban. He visto como era conducido a mi propia fosa y he vivido como era fusilado. Hasta he sentido el sabor de la tierra mezclada con mi propia sangre en el momento de morir».
– RESEÑA
Hoy traemos el nuevo libro de Juan Carlos Boíza López. Un thriller hilvanado en la latencia de los sucesos que ni se olvidan ni se perdonan. Retazos que transfiguran aquellos polvos en estos barros. Oscura historia de venganza psicopática entre descendientes de hermanos que vertieron su misma sangre en un conflicto (la Guerra Civil española) que, para muchos, sigue durmiendo un sueño ligero que despierta con celeridad al primer toque de diana. Asistimos, una vez más, a uno de los mejores recursos narrativos que ha dado la literatura en español; el mundo rural, con pilares básicos como El camino y Los santos inocentes de Miguel Delibes, La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, El bosque animado de Wesceslao Fernández Flórez, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez o Pedro Páramo de Juan Rulfo. Todos ellos tienen parámetros comunes. En las pequeñas comunidades alejadas del cosmopolita rugir existe una lógica interna que se escapa a las entendederas de los habitantes de las grandes ciudades. Son pequeños reductos que mantienen un recuerdo colectivo intacto con sus férreas tradiciones de cierto inmovilismo religioso y político. Subyacen bajo un velo de aparente calma: rencillas, caciquismos, envidias perdidas en la noche de los tiempos familiares y conflictos de intereses. Todo ello bajo una convivencia cercana y, en ocasiones, opresiva, que genera un clima de desconfianza, desazón, inseguridad y venganza.
Sabor a tierra es una novela negra, marrón tierra más bien, que nos muestra sin contemplaciones ni paños calientes hasta dónde pueden llegar las arteras habilidades de aquellos que han tachonado el pasado con hermética y confiada fuerza. Pero que el paso del tiempo ha logrado degradar su confinamiento con el peligro de sacar a flote sus vergüenzas y tropelías sin, todavía, ajusticiamiento. Hondañedo, una pequeña localidad andaluza, será la platea y personaje principal de una epopeya que nace de un pasado bélico, cual ojos del Guadiana, para lastrar a una comunidad que vive en aparente calma. Un inveterado suceso pondrá de actualidad lo que muchas bocas callan y muchos oídos nos quieren captar. El castillo de naipes caerá y en este «sálvese quien pueda» todos los personajes afectados, inculpados, señalados y utilizados, lubricarán el cronómetro regresivo hacia un final que no permitirá que todos logren sus ansiadas pretensiones. Solamente una verdad prevalecerá.
La presente novela no se jacta de abrazar ningún pabellón rojo ni azul. Su entreverada reivindicación nace de la necesidad del cierre de todas las heridas y la sanación de todas las mentes de aquellos familiares que quieren terminar de reconstruir la vida y muerte de sus seres queridos exhumándolos de lugares recónditos, allá donde encontraron un vil ajusticiamiento sin garantías legales ni honras de ningún tipo. Muchos de ellos fueron represaliados por cuestiones puramente militares de (triste) lógica bélica, otros, por razones pueriles y artificiosamente egoístas. Vecinos delatando a vecinos, justicia paramilitar con nocturnidad, caudillaje y envalentonamiento de quien no tiene bozal, amo, ni código que le impida campar a sus anchas al acecho del conciudadano que, simplemente, no realiza una genuflexión respetuosa al paso del autoproclamado jerarca del pueblo.
Así son las guerras entre hermanos que comparten las mismas tradiciones, costumbres, historia, idioma y acervo cultural. Viven la crueldad de tener que disparar a un enemigo con el que, en otras circunstancias, podrían haberse ido a tomar unas cañas y a charlar de fútbol o de toros (La vaquilla – Luis García Berlanga, 1985). Pero en estas contiendas existen órdenes del alto mando que les obligan a matar a sus iguales. Por supuesto, si la propia guerra es devastadora, la que parte familias como un melón que cae desde un ático al asfalto es la que tarda más en curar ya que, periódicamente, las heridas se vuelven a infectar.