Cinco inseparables amigos afrontan un nuevo verano juntos en un remoto pueblo de la Sierra de Urbión sin sospechar que, por desgracia, sus vidas están a punto de cambiar para siempre. Una dura y, a la vez, entrañable y tierna historia del autor de Arai no es nombre de perro —novela finalista del XXXVI Premio Literario Felipe Trigo — sobre la pérdida de la inocencia, el primer amor, la música y el inmenso e increíble poder de la amistad. Una mágica novela que te llegará directa al corazón.
– AUTOR –
Fernando Sánchez-Ballesteros Gil (Soria, 1972). Estudió la Diplomatura de Biblioteconomía y Documentación en la Universidad Complutense de Madrid y la Licenciatura de Documentación en la Universidad de Alcalá de Henares. Ha trabajado durante más de veinte años como Documentalista y Bibliotecario combinando su trabajo con la faceta de escritor. Con su primera novela: «Arai no es nombre de perro» (publicada en Amazon en 2017) consiguió ser finalista del XXXVI Premio Literario Felipe Trigo con muy buenas críticas. En 2020 acaba de publicar su segunda novela: «La Colina del Inglés».
– GUSTARÁ
A aquellos lectores que aún mantienen algo de sensibilidad en las venas como para apreciar el contenido de la presente novela. Será del interés de los que miran al pasado con los ojos de la nostalgia puestos en veranos interminables junto a sus pandillas de amigos en cualquier rincón de la geografía española. La colina del inglés, por su ágil ritmo conversativo, sus escenas costumbristas y la sensibilidad del autor para trazar, con naturalidad, las primeras experiencias de un grupo de jóvenes con ganas de conocer el mundo, será lectura de interés de todos aquellos que mantienen bien atados los lazos con su pasado.
– NO GUSTARÁ
A aquellos lectores que prefieren novelas con una alta carga de ritmo y acción, sobresaltos en cada capítulo y furia desmedida en cada página. La presente novela es, aun contando con apartados más movidos, una obra de iniciación que responde a las cuestiones del cambio de la etapa adolescente a la madurez. La colina del inglés es una novela contemporánea pero que no reivindica un credo o un problema actual. No denuncia hechos presentes, sino que viaja al pasado para mostrar el enfrentamiento del rito de paso con la camaradería más pura. Tampoco será del interés de aquellos que buscan lecturas de género con pautas muy marcadas y acusadas.
– LA FRASE
«Y, a pesar de que poco tiempo después comenzó la película, Quique no pudo dejar de pensar en el tema. Ese día apenas disfrutó de una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos, algo que sí hicieron el resto de espectadores de abarrotaban la plaza. Cuando tuvo lugar una de las escenas más icónicas de la historia del cine y apareció uno de los alien diseñados por el gran H.R. Giger brotando del cuerpo de John Hurt, toda la plaza quedó en silencio. Un silencio que nadie se atrevió a romper… hasta que el Truños habló en voz alta. -¡Joder! Ese sí que venía de nalgas».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar: La colina del inglés, de Fernando Sánchez-Ballesteros. Una novela que se cimenta en el recuerdo de la infancia y la juventud siempre al amparo de la nostalgia de: «tiempos pasados siempre fueron mejores». La pluma de Fernando Sánchez-Ballesteros nos recuerda a su anterior obra: Arai no es nombre de perro (https://forolibro.com/2021/03/03/resena-arai-no-es-nombre-de-perro-fernando-sanchez-ballesteros-autopublicacion-2017/ ). La mayor diferencia entre ambas radica en que en la presente novela traslada su universo de sencilla sensibilidad de construcción de personajes de la madurez a la camaradería juvenil. El autor expone los pilares de su literatura, tradicionalmente volcada en la creación de un armazón sensitivo actoral, aunque en esta ocasión los enfrenta a los primeros años de la vida. Momento de descubrimiento, preguntas aún sin respuestas, besos, atrevimientos y verdades… Y, por encima de todo, el poder de la amistad y de la pertenencia al grupo en el mundo rural. Un lugar que se cuelga en la memoria de todos los adultos. Unos recuerdos que llegan al presente siendo manipulados por el tiempo, las experiencias (buenas y malas), la idealización de los acontecimientos o la propia automanipulación de los mismos. De aquellos polvos estos lodos en la mejor tradición de un metafórico «Sé lo que hicisteis el último verano». Lo que allí ocurrió, y que parecía perdido en el tiempo, vuelve al presente para recordar a sus antiguos participantes los consecuencias de sus actos.
Fernando Sánchez-Ballesteros vuelve a terrenos sorianos para desplegar sus mañas de costumbrismo, folclore y pequeños detalles en las relaciones de sus personajes (incluidos aquellos que aún encuentran la resistencia de sus vecinos, que siguen anclados en la ortodoxia, educación y rectitud de tiempos pasados). Lo que en la era del cosmopolitismo se ha normalizado encuentra problemas de acomodo en las localidades poco pobladas que sufren, sobre todo en verano, el choque con las costumbres de los que vienen de las grandes metrópolis. El autor, por tanto, enfrentará a algunos de sus personajes con la idiosincrasia de ambos mundos. Es, precisamente, en el trato de sus personajes corales donde destaca Fernando Sánchez-Ballesteros. Todos ellos tienen un trato diferenciado, además de estar tocados por la naturalidad y la sencillez en sus relaciones. No hay dramatizaciones exageradas ni pomposidades sacadas de contexto. El realismo que recorre la novela permite al lector adentrarse en esta propuesta sin histrionismos ni efectos sorpresivos. La labor del autor de llevarnos de un punto al otro de una manera acompasada y, de alguna manera, previsible, hace que la lectura no tenga altibajos reseñables sino que transite con cierta lógica narrativa. No busca abrumar en ningún momento ni dar golpes desmedidos en sus escenas. De la amistad se pasará al amor y a la inconsciencia del desconocimiento de los primeros encuentros. De ahí, a la traslación al conocimiento del punto de vista de la madurez. Al igual que en su anterior obra: Arai no es nombre de perro, el autor coloca siempre en primer plano los asuntos afectivos que serán los detonantes de varias de las ramas argumentales de la obra. Con el silencio inquebrantable, ante un hecho luctuoso, el grupo de amigos irá trasportando sus responsabilidades a lo largo del tiempo. Cual pacto de sangre del grupo de los «Perdedores» en la clásica novela, It, de Stephen King, esta pandilla de amigos llegará a la madurez pensando que aquello que dejaron atrás no volverá para importunarlos… Pero «Pennywise» siempre quiere volver para jugar con aquellos más temerosos y manipulables.
También, a destacar, en este costumbrismo nostálgico, el uso de la música que ya utilizó el autor en su anterior novela y la novedad en la presente con el añadido de la cinematografía. En una suerte de amor por Cinema Paradiso, pero actualizándolo a los grandes clásicos de los ochenta y noventa, el autor sella los títulos de los capítulos con grandes obras inmortales. Dicho título vertebrará el propio capítulo y para los amantes del género será un reto ir descubriendo los porqués argumentales de cada uno de ellos. La relación de algunos títulos será más directa, en otros, más tangencial, pero en cualquier caso es un añadido muy interesante dentro del argumentario de la obra. Aquellos amantes del cine en general, y de esta época en particular, les será muy enriquecedor ir descubriendo título a título, una vez más, la nostalgia de aquellos tiempos cuando acudir al cine era todo un acontecimiento. Con mención especial a los cines de verano de sesión doble con descanso incluido para el consabido: «visite nuestro bar». Mediante esta sucesión de imágenes en movimiento la novela dotará de herramientas imaginativas a la mente del lector, aunque alguno se pueda sentir, al tiempo, algo condicionado por el propio título que anticipa algunos sucesos. Cine, música, literatura de un club de poetas no tan muertos que bogan por sus años mozos en los que la responsabilidad escasea y los veranos infinitos de puertas abiertas, confidencias, aventuras y exploraciones se suceden. La colina del inglés tiene, para quienes la hayan leído, un claro paralelismo con la insigne «El Jarama» de Rafael Sánchez-Ferlosio, Premio Nadal 1955. La juventud como tema principal, la clara apuesta por el aspecto conversativo de sus personajes, así como con el enfrentamiento súbito con un hecho imprevisible que les hará madurar de forma fulgurante.
La colina del inglés sigue la línea estilística del autor que ya observamos en «Arai no es nombre de perro». Profundo respeto a las raíces (giros gramaticales y emplazamientos geográficos incluidos), especial atención a la sensibilidad intrínseca de sus personajes mediante el uso práctico de los diálogos, búsqueda de los detalles cotidianos del folclore de cada escena que se sucede en la novela y empleo del gran poder de la empatía con el lector que se verá identificado en varios momentos de la obra. Somos testigos de una camaradería inquebrantable, protección del grupo y amistad por encima del entorno agreste, enfrentamiento con uno mismo, con el medio y con la incipiente madurez de cambios. Todo ello al borde de un verano del adiós que se despide para no volver, aunque siempre se mantendrá en la mente de sus moradores.