¿Qué pasaría si un día te quedas sin techo en un país extranjero? Eso es lo que le ocurrió a la venezolana Mía García después de verse en bancarrota y sin un sitio a donde ir en pleno invierno en Barcelona. Pero su suerte cambiará cuando Álex, su misterioso colega, que parece otra persona fuera de la oficina, la invite a vivir a un piso donde conocerá a un colorido grupo de emigrantes que, como ella, buscan huir de su pasado y encontrar un hogar. ¿Podrán las recetas caseras que Mía aprendió de su madre ayudar a calentar el frío y herido corazón de Álex?
– AUTORA –
Anabel Queen (Puerto La Cruz, Venezuela, 1993). Tras intensas experiencias como inmigrante venezolana en España, su pasión por las letras la hizo querer contar las peripecias de vivir en un país extranjero. Sus tramas hablan del anhelo de conexión que une a completos desconocidos y de cómo el amor sabe mejor cuando se cocina a fuego lento.
– GUSTARÁ
A trotamundos de toda condición que han tenido (o están teniendo) la experiencia de soltar amarras para embarcarse en un viaje de final incierto lleno de incógnitas. No siempre lo mejor es lo malo conocido… La presente novela será la lectura ideal para aquel público juvenil que duda de sus capacidades para integrarse en un ambiente y en un lugar diferente al que tradicionalmente le han acunado en su vida. Lectura para aventureros de mochila y culo inquieto que viven lejos del hogar.
– NO GUSTARÁ
A los lectores que prefieren que sus lecturas se ocupen de problemas más complejos y laberínticos de la etapa adulta. Para algunos, Recetas de amor para inmigrantes puede incluir una serie de clichés acerca de los comportamientos humanos y de cómo lo diferente se junta en los momentos de mayor adversidad. Puede que tampoco sea del interés de aquellos que busquen más los secretos y la oscuridad del thriller en lugar de un pasaje de realidad social enclavado en el inhóspito mundo de las relaciones contemporáneas.
– LA FRASE
«Madre que me ves desde el cielo, ¿en dónde rayos me he metido?», pensó Mía mientras contemplaba con total incredulidad el señorial salón donde ahora se encontraba. Se sentía minúscula e insignificante ante tanto espacio, apretando con fuerza el asa de su maleta que contenía todo lo que le pertenecía en este mundo. Todavía no atisbaba a creer que los acontecimientos de los últimos cuarenta minutos la hubieran llevado a estar allí».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar Recetas de amor para migrantes, de Anabel Queen. Una novela de autobiografía libre en la que los sentimientos se maridan con llenar el buche, momento en el que las personas tomamos perspectiva de lo que nos rodea, forjamos lazos, descansamos al héroe maltrecho que llevamos dentro por unos momentos y miramos al mundo con fuerzas renovadas. Con las tripas rugiendo es muy difícil tomar buenas decisiones. ¿Acaso creen que es casual que los negocios y los pactos más importantes se lleven a buen puerto tras opíparas comidas? Recuerden que dicen que el ingrediente más relevante de todo plato es el cariño que se le pone. Aunque a veces esto no es suficiente si las manos son inexpertas, sí será esencial en manos experimentadas. La cocina no conoce de algoritmos ni de inteligencias artificiales. Es necesario poner el foco en el agasajo y la excelencia. Solo así el comensal quedará colmado ya no solo de las vituallas ingeridas, sino del trato deferencial y del cariño puesto encima de la mesa.
La escritora Anabel Queen nos muestra sus queridos orígenes venezolanos en esta novela de supervivencia social. Hay muchas maneras de superar los conflictos y los infortunios diarios, pero todas ellas se ven lastradas si uno se encuentra en tierra lejana. En ese punto todo se hace más complejo. Las diferentes costumbres, idiomas, velocidad del vivir en cada lugar, los cambios intrínsecos de cada sociedad y, sobre todo, la ausencia de la confianza profunda que todo individuo deposita en su círculo más íntimo de amigos y familiares. En el caso que nos ocupa nos encontramos a Mía, una inmigrante diligente y trabajadora que desembarca en Barcelona con la sola ayuda de una prima que le brinda un mínimo sostén vital, pero en el que la protagonista no encuentra el apoyo suficiente para desarrollarse como persona en tierra extraña. Aunque comparta el mismo idioma y paso a paso esté consiguiendo modificar los distintos «agarrar» por los «coger», el pánico y la ansiedad le llevan a cometer errores tanto en lo personal como en lo profesional. Se encuentra desubicada y desnortada en su nueva realidad y, aunque intente mitigarlo con fuertes dosis de madurez, aplomo y fuerza de voluntad propio de Will Smith en En busca de la felicidad, hay momentos en los que el castillo de naipes se le desmorona.
Y entonces llega el día de la adopción. Dice la frase popular que la familia no se elige, pero los amigos sí. De esta manera sale rebotada la protagonista de su asilo temporal y entra en un nuevo mundo de casa compartida por un heterogéneo grupo de personajes que tendrá que descubrir. El salto al vacío supone una oportunidad para su crecimiento personal, pero al tiempo es un reto. Poder encajar todas las sensibilidades que pululan por la nueva casa es su nueva meta. Granjearse un hueco en un estrenado nido no será fácil y cada paso cuenta. Del aprendizaje del entorno y de sus habilidades sociales dependerá que el aterrizaje en su nueva realidad sea brusco o apacible.
Y para ganarse el corazón de las personas antes hay que pasar por su estómago. Para ello, la protagonista se enfunda en uno de los consejos culinarios de su madre y empieza por el orden y la limpieza. A partir de ahí se fija un objetivo: reinar en las cocinas de su nuevo castillo. Las vidas de los personajes se irán entremezclando y creciendo al ritmo de los aromas de los hornos. La protagonista aprovechará las tradicionales fiestas navideñas para poner toda la carne en el asador, sacar la varita de maga y crear sus mejores recetas ganadoras. Al ritmo que marca la Ciudad Condal, Mía y su tropa de voraces compañeros de vivienda irán descubriendo (y descubriéndose) que lo que les une es más de lo que les separa. Ya que, al fin y al cabo, todos los caminos llevan a Roma (Barcelona en este caso). Poco a poco y como el roce hace el cariño, los secretos de unos y otros se pondrán encima del tapete de juego para que se puedan dirimir…
Anabel Queen nos ofrece un cruce de caminos, un lost in translation, una mesa siempre vestida y presta sin horario ni cita previa. Recetas de amor para migrantes nos introduce en el mundo de aquellos que se ven en la necesidad de abandonar su hogar para labrarse un futuro mejor y se encuentran con los sinsabores de su nuevo destino. Todo un homenaje a los que tienen el empuje, el tesón y la fuerza suficiente para adaptarse a las nuevas circunstancias que la vida les pone por delante. Con una narrativa de capítulos cortos y de lenguaje sencillo y fácilmente asimilable por todo tipo de lectores, la presente novela va desgranando la épica de las relaciones sociales: de su aparente sencillez a la complejidad de los momentos en los que las piezas no encajan y los personajes sufren las consecuencias de la falta de entendimiento. Por el tono y el contenido entendemos que la presente obra está enfocada a un público eminentemente juvenil que puede verse reflejado en las peripecias que recorre este grupo de personajes condenados a entenderse.
Recetas de amor para migrantes es un canto a la unión de los diferentes en la adversidad. Una obra para que aquellos que se ven solos en la multitud le den una oportunidad a lo desconocido. Un lugar en el que, a pesar de las reticencias iniciales, siempre se puede encontrar un aprendizaje positivo y un hombro en el que volcar las preocupaciones.