RESEÑA: ENÉRGICOS TONOS OCRES Y OTROS RELATOS – CARLOS A. ALARCÓN CASTELLANOS – EDITORIAL AZUL COBALTO, 2024.

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TÍTULO: ENÉRGICOS TONOS OCRES Y OTROS RELATOS.

AUTOR: CARLOS A. ALARCÓN CASTELLANOS – INSTAGRAM

EDITORIAL: AZUL COBALTO – WEB

PÁGINAS: 85.

¿DÓNDE COMPRARLO?: AQUÍ


 – SINOPSIS –

Las líneas de la realidad, la ficción y el mundo onírico se desdibujan en esta antología de relatos cortos que nos transportan a mundos donde el realismo mágico se entrelaza con el drama, la ciencia ficción e incluso el misterio y el suspenso. Treinta y cinco breves relatos retratan situaciones fantásticas y personajes entrañables. Princesas, detectives, androides, niños y dragones transitan las más complejas emociones ofreciéndonos un espejo de nuestra propia humanidad.

– AUTOR –

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Carlos A. Alarcón Castellanos es originario de Puebla, México. Obtuvo la licenciatura en Ciencias de la Comunicación y más adelante la maestría en Efectos Visuales. Durante años ha trabajado en diversas películas y series de televisión como artista de efectos visuales. Desde pequeño ha demostrado pasión por las artes, primordialmente por el cine, la música y la literatura. Carlos ha participado de diferente forma en múltiples proyectos musicales, cortometrajes y comerciales. Esta representa su primera obra literaria.

– GUSTARÁarrow-145786__340

Será del interés de aquellos lectores ocasionales que quieran romper la inercia de obras más extensas. Enérgicos tonos ocres funciona como contrapunto liberatorio. Ideal para romper rutinas y dejarse llevar por microficciones de toda condición que apuntan ideas, metáforas y guiños de todo tipo. También será la lectura ideal para aquellos que pausan para reflexionar y no se atragantan en una carrera frenética para coleccionar obras leídas. Los amantes de la fusión de géneros tendrán aquí una buena ración.

– NO GUSTARÁ arrow-145782__340.png 

A los lectores de novela, por supuesto. Para aquellos lectores que no están interesados en la poesía versátil y alejada del corsé de las formas, tampoco verán aquí trazas de versos y alma poética, aunque sobre el papel tengamos una colección de cuentos. Tampoco será la lectura ideal para aquellos que prefieren una unidad de géneros y gustan de contar siempre con un hilo conductor en las obras que consumen.

– LA FRASE vintage-1751222__340.png

«La muerte lo miró de frente antes de darle la bienvenida. Caminaron lentamente por los largos pasillos de granito. Tocó uno de los bloques, descubriendo el frío relieve de un sinfín de nombres grabados a lo largo de la roca granular. Los muros altísimos formaban una especie de bóveda en la casi imperceptible cúspide. Sus pies desnudos parecían fusionarse lentamente con el color de las baldosas. Era difícil percibir el final del interminable pasillo a través de la densa neblina».

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Hoy traemos para reseñar Enérgicos tonos ocres, de Carlos A. Alarcón Castellanos. Un compendio narrativo en formato prosístico, pero con un alma indefectiblemente poética. Tanto por su extensión, como por su plasticidad, enfoque y elaboración, el espíritu del verso acapara la mayoría de las narraciones. El autor pone a disposición de todo aquel que se pare en sus páginas, todo un caleidoscopio de sensaciones y sentimientos que dicen mucho en poco espacio. No es necesario un amplio plantel descriptivo ni explicativo, sino que es suficiente con mostrar, sugerir y disparar la imaginación del lector con brochazos generales que luego se ramificarán en el recuerdo de la lectura.
Enérgicos tonos ocres toca muchos palos. No se circunscribe a una temática concreta ni a un hilo conductor claramente identificable. De esta manera, el lector podrá conocer mejor las inquietudes del autor que se deslizan por el texto como trazas reivindicativas de amor propio que pugnan por ser compartidas a los cuatro vientos. Estamos ante una obra que, aunque desconocemos cómo ha sido la factura concreta de su alumbramiento, podemos sospechar que se ha confeccionado «a poquitos». Es habitual que en este tipo de contenidos el autor vaya picando de aquí y de allá, del pasado y del presente, de sí mismo y de su entorno, de su vida particular y de la profesional… Todo agitado y mezclado en un batimiento que ciñe y fija el pulso por mostrar la musa que todo narrador lleva dentro.
Con el presente desfile narrativo sería erróneo, a nuestro juicio, entrar a analizar cada microrrelato. Si no hemos contado mal, la obra consta de 35 en 85 páginas. Esto hace que la conjugación de temas, giros, apuestas, exposiciones y géneros sea lo suficientemente amplio como para apuntar detalles concretos de cada una de las ficciones propuestas por Carlos A. Alarcón Castellanos. El autor parece sentirse libre y despojado de cualquier tipo de moda, pretensión o hilo planeado a conciencia para, a cambio, reivindicar el arte del narrador encandilador que no está atado a nadie, ni a nada, si acaso, tan solo a su propia existencia como creador de historias. 
Por supuesto, aunque el grupo de narraciones es nutrido, esto no es óbice para que aparezcan las obsesiones del autor (como ocurre con cada autor). En Enérgicos tonos ocres hay temas recurrentes que operan como hilo conductor de muchas de las narraciones. La magia y la fantasía en varios de sus tonos y registros aparecen como contrapunto de los momentos más realistas, actuales y sociales. La ciencia ficción utiliza sus tentáculos para abordar cuestiones enclavadas en la mismidad, la soledad, el desapego y el sentido de la propia existencia. Pero el abanico y el fondo de armario es amplio. Por estas páginas pululan: un boxeador con urgencia de campana, un pintor de trazo fino, pero con miedo grueso en las mejillas, un arqueólogo que cae en las garras de una suerte de afilado «hovito», una música que desafina para afinar su vida, o un bibliotecario que se toma la ortografía y el despecho por su propia mano. 
El autor articula todo un entramado ficcional que va desde la ópera a la opereta, de la solemne sinfonía a rimar unos versos en el parque y de comer con cubertería de plata a ensuciarse las manos con la salsa del bocadillo de calamares. Entreteje a su medida y a su interés sin pretender hacer prisioneros. No intuimos afectación, sacada de pecho o una demostración de su capacidad con la pluma. En Enérgicos tonos ocres no notamos un «se tenía que decir y se dijo» seguido de un golpe en la mesa para que el resto de tertulianos le rían la gracia al discurso impostado de turno o asientan con la cabeza al líder de opinión que necesitan a su lado y que los llevará a la sombra que mejor cobije. En cambio, sentimos más bien el gusto por compartir una buena mesa con ricas viandas, unida con el arte de la conversación discreta, intuitiva, e interesante, que no busca el protagonismo, sino el aprendizaje y la apertura de orejas.
En un estado actual de las cosas jalonado por un ordenamiento creativo donde el que no se justifica no gana, el que no reivindica, no mama, el que no destaca, no muerde el vellocino de oro y el que no baila en TikTok no existe, aparecen, en ocasiones, autores que no necesitan alzar la voz en un mundo de bazares bruñidos de vocingleros y verduleras. Es posible que su mensaje no sea viralizado al ritmo de «Pedro, Pedro, Pedro…🎵», pero, al menos, no estará manoseado y depauperado por las huestes del trending topic, los opinadores anónimos, y los haters muertos y corroídos de envidia. No cejar en el empeño, aunque uno cante solo en un trasnochado karaoke, es la única vía para que el mensaje del autor sea verdaderamente propio e independiente. Enérgicos tonos libres ocres creemos que lo es.

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