En la novela, «Súcubo», el protagonista, Alpiel, se encuentra atrapado en una relación tóxica con su novia, Lilith. A medida que su vínculo se vuelve cada vez más destructivo, Alpiel comienza a experimentar pesadillas perturbadoras. En estos sueños, un súcubo misterioso aparece y se involucra en encuentros sexuales que parecen drenar su energía vital, debilitándolo progresivamente. Con el tiempo, Alpiel empieza a cuestionar la conexión entre Lilith y el súcubo de sus sueños. A medida que profundiza en el posible nexo entre ambos, Alpiel se enfrenta a una difícil elección: liberarse de la influencia negativa de Lilith y el súcubo o sucumbir a su control y perderse en un abismo de desesperación. «Súcubo» explora los temas de las relaciones tóxicas, la manipulación emocional y la lucha interna por la liberación y la redención. A través de un viaje emocionalmente intenso y lleno de suspense, la novela plantea preguntas sobre la naturaleza del amor, el poder de la elección y los límites de la resistencia humana ante las fuerzas oscuras que acechan en las sombras.
Iván Fernández Sánchez es un escritor y podcaster español afincado en Fráncfort, Alemania. A pesar de haber nacido en Santiago de Compostela, en el año 1985, Iván pasa la mayor parte de su infancia y adolescencia en Vigo, donde vive hasta los quince años. Ahí se produce su primera emigración, en dirección a Newark, Nueva Jersey. En Estados Unidos, y gracias, en buena medida, a una profesora del instituto, decide retomar un hábito que ya le apasionaba años atrás, la escritura. Los primeros textos en forma de poesía y relatos cortos cobran vida durante los dos años que Iván permanece en Nueva Jersey. Tras varios años en Vigo, y una situación económica y social insostenible en el país, Iván emprende su segunda emigración, en esta ocasión a Ámsterdam, donde se gradúa en Gestión de la Comunicación Internacional. Seis años en el país holandés contribuyen en buena medida a forjar su personalidad y ampliar sus horizontes. Durante 2017, Iván emprende un viaje de cuatro meses por el sudeste asiático, en el que visita países como Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya o Filipinas. En este trayecto, Iván conecta de primera mano con culturas muy diversas y aprovecha para contar sus experiencias a través de un blog y un canal de Youtube llamado The Eternal Emigrant. El medio Galicia Digital (galiciadigital.com) se hace eco de varias de sus publicaciones. Tras terminar sus estudios, se muda a Fráncfort, Alemania, donde actualmente trabaja y reside. En 2020, durante la cuarentena causada por el Covid, Iván comienza un curso de Escritura Creativa con Mónica Ojeda como profesora. Este curso sería la semilla de su primera novela, Súcubo y el comienzo de su carrera como escritor.
– GUSTARÁ
A los lectores de novela corta donde la carga de tensión dramática de pareja es uno de sus pilares fundamentales. Será ideal para los que prefieren ir al grano, evitando así circunloquios y carreteras secundarias donde el autor lleva al lector, pero que no aportan un interés suficiente al fin de la trama principal. A los amantes de las turbulencias personales y las tiranteces relacionales encontrarán aquí un espejo donde mirarse.
– NO GUSTARÁ
A los que prefieren novelas más complejas y descriptivas, donde el contenido narrativo necesita una notable extensión para manifestar el fondo que se persigue. Tampoco gustará a los que no casan especialmente con las escenas de sexo explícito. Los que busquen un armado complejo en el aspecto fantástico y sobrenatural se les podría quedar algo corta.
– LA FRASE
«De repente, a lo lejos comenzó a percibirse un objeto metálico con ruedas que se acercaba poco a poco. Las ruedas chirriaban y el eco que producían era absolutamente ensordecedor. Me llevé la mano a los oídos para cubrírmelos. En cuanto el objeto estuvo a unos quince o veinte metros, pude distinguir de qué se trataba. Era una camilla. Entonces todo cobró sentido. El pasillo, los cuartos numerados. Estaba en el vestíbulo de un hospital. La camilla se paró de golpe al tropezar con una de las columnas del edificio y un bulto tapado por la sábana cayó al suelo y comenzó a rodar hacia mí».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar Súcubo, una fantasía urbana sobre las relaciones tempestuosas (hoy en día denominadas tóxicas) donde una pareja se ve arrastrada a una profunda introspección personal. Se suceden luchas atrincheradas, posiciones irredentas y brazos difíciles de torcer. En el aspecto puramente realista existen innumerables ejemplos de la eterna lucha de la conciliación relacional entre las distintas parejas: desde Kramer contra Kramer (Robert Benton, 1979), hasta Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019), pasando por el Orgullo y prejuicio de Jane Austen muchos autores han querido ahondar en lo que subyace debajo de las sábanas de todos aquellos que han decidido compartir el lecho.
En la nueva publicación de Iván Fernández nos encontramos con dos personajes: Alpiel y Lilith. El primero, según la demonología, es un demonio de baja categoría, de carácter indolente y bucólico, mientras que la segunda es uno de los demonios (la primera mujer creada antes que Eva) de la noche mesopotámica, junto con Lilu y Ardat Lili. Ostenta el rango de demonio Principado. Es la encargada de las huestes de súcubos o mujeres-demonio creadas para extraer el semen a sus víctimas y procrear demonios. Seca a los hombres por medio de sueños húmedos, lascivia y sexo ocasional. La apariencia carnal en forma de mujer de estos seres la hemos visto cobrar vida en la película de culto Incubus (Leslie Stevens, 1965) y en una de las escenas más icónicas de Conan el Bárbaro (John Milius, 1982). Tanto en el apartado de la pura realidad cotidiana, como en el de los viajes por las tierras de la espada y la brujería, el ser humano parece que está destinado a luchar por tratar de averiguar ¡qué demonios ocurre cuando dos personas conviven de manera mantenida en el tiempo!
El término acuñado y más o menos entendido por todos que es el de las matrimoniadas viene a mostrar en clave de humor y de una forma irónica, desenfadada, crítica y punzante, lo que ocurre en la realidad de toda relación de pareja. Su vertiente de chanza y guasa esconde un universo relacional complejo. En la discreción de detrás de las paredes y al abrigo de miradas escrutadoras se halla un microclima cuajado de tiras y aflojas, equilibrios de poder, despechos y mares de lágrimas, inseguridades, esperanzas no cubiertas, refugios ante las adversidades, lugares de consuelo y campo de batalla. Así es como en Súcubo nos encontramos con una serie de espacios comunes que arrastran al abismo y arrasan con aquellos que se introducen en una relación sin conocer de primera mano sus efectos secundarios.
En una montaña rusa de discusiones atroces y reconciliaciones sexuales liberadoras se mueven los personajes. Verter todas las esperanzas, sueños y anhelos en la figura de un tercero conlleva sinsabores de todos los colores. Y además de todo lo anterior, nos topamos con una amplía gama de secretos: desde las mentiras piadosas, a las omisiones por vergüenza, a los estructurales silencios crónicos por miedo a que la verdad salga a flote y todo estalle por los aires. Trazas de todo esto podemos encontrar en su rama más ficcional en: Sr. y Sra. Smith (Doug Liman, 2005), o Un buen matrimonio (Stephen King, 2010). Los juegos de engaños comienzan con algo leve, pero se pueden ir intrincando cada vez más hasta que no hay nadie que pueda deshacer la madeja sin dañarla. Y si en el plano de la realidad el sufrimiento puede doler físicamente, cuando los problemas se internan en el plano onírico la opresión puede llegar a ser insoportable. En Súcubo también tendremos una buena ración de pesadilla y falta de sueño que llevará al protagonista a plantearse si algo no funciona bien en su cabeza y si la ayuda profesional es su única salida.
El protagonista va contando su historia en primera persona hasta que llega el momento de toparse con la súbita verdad que ha sobrevolado su relación a lo largo de todo el relato. Al romperse la membrana entre planos se verá sumido en un inusual shock al que deberá responder si no quiere ser destruido por fuerzas que le superan. Y es que en todo este planteamiento subyace la premisa de los devoradores de energías que más allá del plano interdimensional nos acompañan a todos en el día a día. Son capaces de secar a los incautos que les dejan arrimarse y quedarse demasiado tiempo a su lado. La sensual atracción del pecado, la irresistible provocación en la que se sumerge el menos avispado, la chispa con la que uno deja de luchar y se deja vencer… Todo esto pasa por la cabeza del protagonista mientras se va sumergiendo, más y más, en una sima de descreimiento, pérdida y sinrazón donde la delgada línea entre la realidad y la ficción se empequeñece.
Súcubo, de Iván Fernández, es una novela corta que trata en primera persona el drama relacional de pareja. Introduce como eje vertebrador de las turbulencias narrativas un elemento sobrenatural que provoca un amplio abanico de sentimientos encontrados en el protagonista que van desde la atracción a la repulsa, de la condescendencia a la autodestrucción. La novela nos habla de los peligros de volcar en un tercero todas nuestras esperanzas y frustraciones pasadas, así como en apostar todas las fichas de la felicidad en los cánones establecidos por la sociedad. El encasillamiento y el enroque en ciertas posiciones lastra las fuerzas del protagonista que se ve en un callejón sin salida una vez conocida la verdad que se esconde en los ojos de su amada. Por supuesto, todo llegará a término… Y qué mejor que bajo el fuego purificador, que todo lo reduce a un nuevo comienzo. Que haya Ave Fénix o no ya solo dependerá del autor.