La normalidad es solo una ilusión que nos permite ordenar los calcetines por pares. Este libro nació de un sueño en el que las palabras y los significados bailaban una conga desenfrenada en una dimensión paralela. José Luis Fernández Juan decidió traducir ese caos creativo en un extravagante ficcionario que desafía las convenciones lingüísticas y nos lleva a una tierra donde los cangrejos hacen triciclos y los murciélagos asisten a terapia de canto. El juego con las palabras es la opción lúdica más sanadora que existe. Divirtiéndonos con las letras de manera no convencional, logramos crear imágenes inusuales que evoquen emociones y pensamientos diferentes. Podemos usar homofonías, dobles sentidos, metáforas, calambures… El objetivo será legitimar múltiples cargas de significados que nos deleiten y honren al idioma español. Defenderlo es potenciar nuestro patrimonio artístico:
Ojalar: Comer con los ojos del deseo. Atiladarse: Arreglarse como solo huno sabe. Anadir: Seísmo: 6666666666666666666. Gringo: Baterista de Los Beatles cuando toca con los Hombres G. Tresiyo: Cuatro. Muletrillas: Fíjate, bueno, ya, vale. Obeedecer: Cumplir dócilmente órdenes como si fueras un corderito. Manotaza: Zarpa de 5 dedos, que en verdad es de 10. Campeón: Primero en un campeonato y último en ajedrez. Golfear: Vivir sin vergüenza y sin hermosura. Dhoyía: Hoy en día. Autógnomo: Elfo independiente. Zanjajajaja: Hueco alargado y estrecho en tierra divertida. Cucháchara: Utensilio que mete en la boca alimentos y saca parloteos. Cojito: Necesitado de «Ergo sum» para poder andar pensando y existiendo. Ósmosís: Fenómeno físico en donde se da un intercambio de entonaciones agudas y esdrújulas a través de las llanas.
– AUTOR –
José Luis Fernández Juan nace en Valencia, crece con The Beatles y en sus obras se reproduce el humor absurdo de nuestra efervescente existencia. Filólogo, profesor y escritor. Artista renacentista. Defensor de la filosofía del humor-amor. Desde 1996 trabaja como educador en el Colegio de Nuestra Señora del Pilar de Valencia. Su producción literaria emana de un original estilo plástico que combina surrealismo, pensamiento y retórica de forma sorprendente y afectuosa. Sus obras están escritas con sugerentes imágenes y fragantes cromatismos. Hasta la fecha ha publicado 6 libros:
–Pinceladas de Harmonía (2014).
–El diccionario de JLFJ (2017).
–Pinceladas de Harmonía.Con (2019).
–Entrevistas de coral y verde menta (2021).
–Entrevistas, sonrisas y serendipias (2022).
–El segundo diccionario de JLFJ (2023).
Debido al enérgico juego lingüístico de sus obras, estas se pueden analizar en la asignatura de Lengua y Literatura española de cualquier colegio de habla hispana. La autenticidad, la diversión, el aprendizaje y el entretenimiento quedan plenamente garantizados.
– GUSTARÁ
A aquellos lectores que indagan por los recovecos del lenguaje, que piensan que hay algo misterioso dentro de cada palabra y que fantasean con mutaciones imposibles y transformaciones sorprendentes. Esta obra es para todos aquellos que pierden el miedo al rigor más academista en aras de nuevas vías de exposición de ideas, sueños y lingüisticaficción. Ideal para aquellos que se encuentran en un momento vital para degustar píldoras y puzles del lenguaje.
– NO GUSTARÁ
A los lectores de género marcado. Aquellos que se circunscriben a la poesía, ensayo, novela, teatro… verán en esta obra un cabalgamiento misceláneo de muchos temas. Una nivola humorística y exploratoria que no casa con la tradición de los lineales de las librerías.
– LA FRASE
Definición: Explicación acabada antes de ser comentada.
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar El segundo diccionario de JLFJ (y si es el segundo es que hay un primero). ¿Y esto será porque el autor habrá pensado que no tenía finalizada esta obra sardónica y juguetona? Pues es posible. Tan posible como que las palabras y sus estiramientos, dobleces, alcances e interpretaciones no tienen un final. Suponemos que el autor no podía resistirse por más tiempo a tener un tintero con un letrero de llamativo neón con la impaciente frase de No vacancy. Y así hemos llegado hasta esta segunda parte que no sabemos si apunta a trilogía por la desbordante imaginación del autor o se plantará aquí ante tal esfuerzo de corte y confección generado.
En el prólogo de Total de greguerías (Ramón Gómez de la Serna, 1962), el autor nombra a grandes autores que a lo largo de su dilatada carrera literaria emplearon este concepto: Horacio, Shakespeare, Lope de Vega, Quevedo… entre otros muchos, imaginaron listados lingüísticos ingeniosos, con poso humorístico, pero con base reflexiva sobre asuntos de toda índole. Y es que es inherente a todo creador literario y a aquel que trabaja con las palabras que, en algún momento, le asalten asociaciones y composiciones aparentemente inconexas e insignificantes, pero que encierran una fuerte pulsión por salir adelante. Desde las clásicas greguerías de Gómez de la Serna a las definiciones imposibles del Verbolario de Rodrigo Cortés, muchos han querido indagar en el contenido oculto de las palabras, en el reverso tenebroso o luminoso de aquellos significados que se abren camino en la mente ingeniosa del creador o «modificador» del diccionario.
Pero, además, en estas confecciones necesarias para el ensamblador de ideas y conceptos no suele haber una motivación inquisitorial, aleccionadora o impositiva. Estos conceptos libérrimos no nacen al amparo de discursos que pergeñan partidos políticos, grupos de presión, distintas organizaciones paniaguadas y subvencionadas, mercadotécnicos a la caza de nuevos caladeros (recordemos que ya no existen peluqueros, sino estilistas, y que las cremas han sido sustituidas por serums) e influencers vanagloriados de haber conseguido acuñar un nuevo palabro al servicio de unos pocos que seguirán su «hallazgo» a pies juntillas (a alguien se le ocurrió que ya es antiguo el término Campo de fútbol o Rectángulo de juego para denominarlo «El verde»… y ahí ya van todos detrás como borregos). El auténtico creador de «ocurrencias lingüísticas» no espera que nadie le siga ni pretende modificar la conducta o el habla de nadie. En cambio, busca algo más importante: fomentar la reflexión sobre los conceptos y el mundo que nos rodea. Un mundo maleable, cambiante, inabarcable y caldo de cultivo de todos los sentimientos que el alma humana puede albergar.
Y entonces, ¿qué nos encontramos en este diccionario subversivo e iconoclasta? Pues una botica entera atestada de medicamentos. El lector tendrá que juzgar si son ansiolíticos, antidepresivos, placebos, homeopáticos, genéricos o supervitaminados… El autor se sirve a gusto. Crea, se recrea y cría en libertad. De la A a la Z recorre todas las trasmutaciones posibles. Una oda y capricho metamorfoseante… ora de los Power Rangers, ora de Kafka. Todo es posible en estas 140 páginas. A veces es un simple cambio de género, un sufijo allí, un prefijo acullá, un superlativo, un infinitivo… Otras es una fusión culinaria aparentemente imposible al servicio de paladares de un jurado de michelines exigentes. Algunos platos entran fácilmente y su elaboración es clásica y edificante, pero otros deben ser explicados y examinados con atención. El maitre y el sumiller aúnan sus fuerzas para que el comensal pueda apreciar en todo su contexto la experiencia que está viviendo. En este menú largo y estrecho que nos propone José Luis Fernández Juan no se puede repetir plato, aunque guste, ya que, inmediatamente después, vendrá otro y otro… Y todos ellos con distintas texturas, acabados, maresymontañas, agridulces, prepostres y postres sin ínfulas de prebostes. De los crudités a los petit four el autor expone su gran teatro del mundo a un expectante anfiteatro de hambrientos lectores.
José Luis Fernández Juan campa a sus anchas por los vericuetos del lenguaje para reflexión, diversión e interacción con el lector en una obra que se puede abrir por cualquier página y es igualmente satisfactoria. A pequeños bocaditos o del tirón se puede degustar, aunque recomendamos hacerlo de letra en letra para que el poso de la media sonrisa por lo agudo de cada propuesta cale lo máxime posible. Aviso: algunas definiciones hay que releerlas para entenderlas en todo su propósito, regocijo y alcance.