Es esta una alegoría del tiempo de la humanidad: el pasado y el presente se encuentran en un instante y disertan sin renunciar a sus emociones acerca del proceso del conocimiento, las creencias, las falsas creencias y sus consecuencias.
– AUTOR –
Estudia Ciencias Empresariales y se especializa en marketing, banca, control de gestión e informática de gestión. Así mismo, es máster en recursos humanos, control de calidad y gestión medioambiental. Profesor de economía, ha desarrollado su carrera docente en Galicia. También ha colaborado con el Foro Metropolitano, aportando numerosos artículos de carácter social, económico y medioambiental. Activista en favor del medioambiente, entre sus aficiones, además del arte y la ciencia, se encuentran el deporte y la naturaleza. Esta es la segunda obra que confía a Editorial Adarve, sello bajo el que publica A ellas que no son convencionales en 2019.
– GUSTARÁ
A todos aquellos lectores que prefieren lecturas ágiles con píldoras de reflexión, en lugar de sesudos tratados sobre filosofía, sociología, antropología… Emilio Rey Vera espolvorea una serie de conceptos y agita la coctelera para aquellos que quieran unirse a pensar en todos aquellos asuntos que nos roba una sociedad que nos obliga a ir deprisa para no plantearnos pregunta alguna. ADios será del interés de aquellos que se salen del redil y quieren contar con material para reflexionar.
– NO GUSTARÁ
A los lectores de obras de ficción. Tampoco será del interés de aquellos lectores que preferirían que los conceptos e ideas aquí presentadas estuvieran acompañadas por firmes justificaciones ensayísticas. ADios es un sencillo trabajo de aportación de ideas para su discusión e introspección individual, no un profundo trabajo doctoral. Tampoco abraza las modas actuales del positivismo Mr. wonderful happy.
– LA FRASE
«Hay trabajos científicos que demuestran que, cuando la opinión de un ser humano es distinta de la del gran-grupo, duda. Y, en la mayoría de los casos, acaba tomando por buena la opinión del gran-grupo. Tiene un gran efecto sobre la psique la presión social».
– RESEÑA
Hoy traemos para reseñar ADios de Emilio Rey Vera. Un cuaderno de bitácora vital donde el autor da rienda suelta a sus pensamientos, reflexiones, anhelos y escala de valores para golpear a falsos dioses y nuevos sistemas de esclavización social. El autor ruega al Dios que fuere, pero con el mazo dando. Como ya escribió William Ernest Henley en 1875 con el poema Invictus: <<En la noche que me envuelve, negra, como un pozo insondable, le doy gracias al dios que fuere, por mi alma inconquistable>>. Desde su Génesis, el autor reflexiona sobre la simiente que produjo que el primer humano mirara hacia el cielo, hacia el insondable misterio de unas estrellas inalcanzables que arrojaban más preguntas que respuestas. Desde la oscuridad de la noche, el ser humano ha anhelado alcanzar la completitud al sentirse limitado e incompleto. A partir de ahí ha fantaseado con una figura omnipotente, padre de la creación y guía de su destino. Y del animismo más personal se pasó a la estructuración jerárquica de chamanes y consejos de sabios hasta la reglamentación eclesiástica de las diferentes iglesias y religiones monoteístas.
El autor nos presenta, en un formato ensayístico ligero y ampliamente abarcable para todo tipo de lectores, un raudo repaso de su juicio de la evolución humana sobre en quién hemos depositado nuestras esperanzas, respuestas, fes y sentido de la existencia. Desde la unión directa hasta las experiencias lisérgicas de los guías espirituales en los que la población deposita su voluntad para que sus problemas sean solucionados por la acción de un dios intangible e inescrutable.
Llegó el momento en el que Nietzsche mató a Dios y no pasó nada. La sociedad no se derrumbó, Dios no tomó represalias. Las plagas bíblicas no asolaron la sociedad moderna. La religión es una historia de ascensos y caídas, y cada día va perdiendo adeptos, primero en el mundo cristiano y, seguramente, en las próximas décadas en el mundo islámico. El control, amparado, justificado y dominado por el miedo al dios de cada uno, va dejando paso al control de la ingeniería social, la adicción digital y el onanismo del culto a uno mismo. Dios se va empequeñeciendo mientras el egocentrismo va tomando el espacio que este deja como referente a jóvenes y no tan jóvenes que solo sueñan con la propia imagen de alcanzar los millones de seguidores y likes. El esclavismo moderno tiene una estructura sectaria con la sensación de pertenencia, el seguimiento al amado líder, la amenaza de abandonar el grupo y ser vilipendiado y la falsa promesa de sanación. El encuentro con lo sagrado campa a sus anchas por lo digital y lo analógico. No deja de ser el siglo XXI el momento álgido de las enfermedades mentales derivadas de la ansiedad y la depresión. El ser humano siglos después de buscar a Dios en las estrellas aún no sabe qué esperar. La frustración vital es imperante. Así es como el autor va desgranando en cortos párrafos una serie de toques de atención para que el lector pueda ampliarlos en sus momentos de reflexión.
Las falsas creencias, la manipulación de las élites, el gobierno de los senderos que nos llevan aborregados hasta el matadero para provecho de unos pocos… Estas élites y sus colaboradores necesarios urden planes al descuido del general conocimiento humano para poder medrar, retroalimentarse y mantener un status que les hará sobrevivir por encima del resto de sus congéneres que se tendrán que conformar con los despojos. En un palomar por estratos las heces siempre se acumulan en los pisos bajos. De esta manera, solo el que vive en el ático podrá disfrutar de un cielo limpio de amenazas. Este círculo selecto y reducido, nos comenta el autor, es el que mueve los hilos de los distintos grupos humanos una vez que se ha conseguido desterrar a la religión de las mentes de la mayoría de las personas.
Emilio Rey Vera enfrenta pequeñas píldoras en sus disquisiciones sobre una sociedad que arrincona el conocimiento del anciano experimentado mientras le da alas al último influencer que regurgite alguna soflama de moda que le dé un momento warholiano de fama durante quince minutos. El que se sale del redil, capón. El que nada a contracorriente, golpe de remo. El que opina diferente, cremallera en la boca.
En ADios se juntan el pasado, el presente y el futuro en una rueda infinita que nos hace correr como cobayas sin saber que no avanzamos. El autor ahonda en el concepto del Big Brother de Orwell que nos maniata con correas invisibles, pero que cumplen muy bien su función subyugante. En este Jardín de las delicias moderno no hay tiempo para reflexiones ni para momentos calmos. La ola de confusión, el adoctrinamiento y la censura nos arrastran a todos a un abismo del que será difícil salir, pero no imposible. Es gracias a obras como la presente, una de las maneras más dignas de darle vueltas al coco para intentar superar los obstáculos que nos ponen, y que nos ponemos, para progresar hacia sociedades más equilibradas, desarrolladas, inteligentes, conectados con el individuo y alejadas de la barbarie de la sinrazón y el absolutismo doctrinal.
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